Allá por marzo de 2005, Manuel Medina Mora (a la sazón presidente de la Asociación de Bancos de –en– México y cabeza visible de Banamex, de Citigroup) se sintió sepulturero y por sus calzones decretó el “entierro” del Fobaproa, pues, dijo, el ilegal cuan multimillonario “rescate” bancario –orquestado por Ernesto Zedillo y “legitimado” por el prianato, obviamente con recursos públicos– “es un capítulo cerrado”, sin olvidar que desde la oficina principal del Banco de México (en ese entonces ocupada por Miguel Mancera Aguayo) el “compromiso” fue que a las instituciones financieras (reprivatizadas por Carlos Salinas de Gortari) se les “ayudaría temporalmente y sólo en caso de ser necesario”.
Pues bien, tan “cerrado” quedó ese “capítulo” que a 27 años del “rescate” y a 17 de ese “entierro”, el “muerto” que “sepultó” Medina Mora registra pasivos por un billón 33 mil 728 millones de pesos (octubre de 2022, y contando), un fardo que los mexicanos, quiéranlo o no, cargan sobre sus espaldas con todo y que desde 1995 han pagado un monto similar, o incluso superior, para “reducir” esa deuda legada por Zedillo, su pandilla de tecnócratas y los barones del dinero, y “legitimada” (diciembre de 1998) por los diputados prianistas.
Es un “rescate” eterno, a costillas de los mexicanos (que pagan no sólo con dinero, sino con carencia de desarrollo social), mientras los banqueros acumulan ganancias dignas de un cuento de hadas. Así es: desde el “sepelio” decretado por Medina Mora a la fecha, los pasivos del Fobaproa-IPAB se han incrementado 341 mil 398 millones de pesos, monto que ahora los bancos “rescatados” obtienen en utilidades netas en no más de dos años. De ese tamaño es el “capítulo cerrado”.
Medina Mora ya no está para contarlo, pero, en pocas palabras, Zedillo, su pandilla y los prianistas socializaron las pérdidas de los barones del dinero (producto de todo tipo de excesos, enjuagues y atracos) y privatizaron las ganancias (que a estas alturas acumulan alrededor de un billón 800 mil millones de pesos, sólo en lo que va del presente siglo), sin que los involucrados siquiera pisaran ya no una cárcel, sino un Ministerio Público (bueno, uno: Jorge Lankenau Rocha, cabeza visible de Banca Confía, que terminó enchiquerado en el penal de Topo Chico, mientras los demás accionistas e integrantes del consejo de administración –Alejandro Junco de la Vega, propietario del periódico Reforma, entre ellos– se lavaron las manos con el enorme jabón “legal” proporcionado por las autoridades políticas y financieras del país). ¡Y listo!: la deuda, para los mexicanos.
En el cuento de nunca acabar, Ernesto Zedillo heredó pasivos del Fobaproa (ya disfrazado de IPAB, gracias a la dupla prianista) por 648 mil millones de pesos; Vicente Fox (su familia también fue “rescatada” ilegalmente) los incrementó a 701 mil millones; Felipe Calderón a 828 mil millones; Enrique Peña Nieto a 948 mil millones y hasta octubre pasado con López Obrador superaron el billón de pesos (todas las cifras son de la Secretaría de Hacienda). En ese trayecto, los mexicanos nunca han dejado de pagar por el “rescate”, siempre con la finalidad de “reducir sus pasivos” que cada día son más abultados.
Por cierto, en la mañanera de ayer el presidente López Obrador recordó que la deuda del “rescate”, íntegra, “pasó a formar parte de la deuda pública, desde luego con la justificación de que al rescatar a los de arriba se iba a rescatar a los de abajo, la misma concepción neoliberal o neoporfirista, esa gran mentira de que si llueve fuerte arriba, gotea abajo, como si la riqueza fuese permeable o contagiosa”.
El Fobaproa, dijo, “fue un atraco: quebraron los bancos, pero no los banqueros, bancos quebrados y banqueros ricos. Todavía hay una deuda como de un billón de pesos, cada año hay que estar pagando intereses de esa enorme deuda. Y sí va a llevar tiempo todavía, pero ya toda esa deuda entró al mercado financiero, son bonos, ya nos generaría, pues un conflicto mayor el querer no reconocerla como deuda, nos afectaría más como país si la declaramos impagable. Entonces, que nunca más vuelvan estas aberraciones, estas grandes injusticias, porque eso es el neoliberalismo, eso es lo que nosotros llamamos neoporfirismo”.
En la crisis de la pandemia “también nos pidieron dinero, que nos endeudáramos para rescatar a los de arriba, y dijimos: No”.
Las rebanadas del pastel
Y el “rescate” carretero, también por cortesía de Zedillo, no se queda atrás: de 58 mil millones, en 1997 a 272 mil, en septiembre pasado, y contando.