Las obras de arte resguardas en los museos de México y el resto del mundo fueron blanco de varios atentados durante 2022 por parte de grupos ambientalistas, los que se pronunciaron contra el cambio climático, así como artistas inconformes con la venta del patrimonio arqueológico nacional en subastas extranjeras.
¿Barbarie cultural, nueva moda o protestas simbólicas? Los incidentes vandálicos que sucedieron en los acervos museísticos desataron polémica entre los amantes del arte, mientras los activistas justificaron sus acciones con una reflexión: “¿Qué vale más: el arte o la vida?”
La seguridad del Museo Nacional de Antropología (MNA) se vio superada en marzo pasado cuando un joven besó y lamió algunas esculturas prehispánicas del recinto, como parte de un performance cuya finalidad fue manifestar su oposición a la recurrente venta de piezas patrimoniales mexicanas en Francia.
Del acto que se viralizó en redes sociales, el artista implicado declaró que su acción fue planeada y además participaron tres personas más como parte del proyecto en el que trabajó desde 2019 y para el cual fue asesorado por restauradores y abogados. “Fue un acto muy pacífico. No pedí permiso a las autoridades; es una acción de guerrilla, de protesta y, como tal, realizada dentro de la clandestinidad” (La Jornada, 7/4/2022).
En un recorrido que hizo esta casa editorial por el MNA, se advirtió que el personal de seguridad conmina a los asistentes a no tocar las piezas exhibidas, aunque el tocamiento por parte de los visitantes es muy frecuente, sobre todo por parte de extranjeros, y no existe pena o sanción para aquellos que lo hagan.
Ante la presión de los medios de comunicación, la Secretaría de Cultura federal emitió un comunicado en el que informó que las piezas y objetos museográficos utilizados por aquel individuo “no presentan ningún daño o afectaciones”.
Un visitante del Museo de Louvre, en París, lanzó a finales de mayo un pastel a una de las obras más famosas del mundo: la Mona Lisa, del pintor italiano Leonardo da Vinci.
“Hay gente que intenta destruir el planeta. Piensa en la Tierra, sólo piensa en ella”, gritó el joven agresor mientras fue detenido. Aunque la obra no sufrió daños, debido al cristal que la resguarda, no es la primera vez que es blanco de un acto de vandalismo: en 2009, una turista rusa lanzó una taza de té contra la obra de Da Vinci.
El 22 de julio, ambientalistas pegaron sus manos al vidrio que protege la obra Primavera, del pintor renacentista italiano Sandro Botticelli, como señal de protesta por la crisis climática mundial, en la Galería Uffizi de Florencia, Italia.
Manifestantes ecologistas arrojaron el 14 de octubre sopa de tomate sobre el famoso cuadro Los girasoles, de Vincent van Gogh, para exigir al gobierno británico que ponga fin a los nuevos proyectos de extracción de gas y petróleo. El lienzo no resultó afectado.
En ese mismo mes, el cuadro La joven de la perla (1665) sufrió ataques (aislados) por dos activistas climáticos en un museo de La Haya. En el primer incidente, una persona pegó su cabeza al cristal, mientras en el segundo, un líquido fue lanzado a la obra del maestro holandés Johannes Vermeer.
En un museo de Melbourne, en el sureste de Australia, integrantes del grupo Extinction Rebellion pegaron su mano en el cuadro Masacre en Corea, de Pablo Picasso, para hacer una llamada de atención sobre la crisis climática.
En Alemania, otro par de activistas e integrantes de Última Generación, grupo de protesta por la protección del clima, atacaron un cuadro de la serie Les Meules (Pajares), del impresionista francés Claude Monet, en el Museo Barberini de Potsdam, al sur de Berlín.
La pintura fue rociada con una masa viscosa sin causarle daño, informó la portavoz de ese museo, Carolin Stranz.
En noviembre, ambientalistas lanzaron puré de verduras sobre el cuatro El sembrador, de Vincent van Gogh, expuesto en el museo del Palacio Bonaparte, en la capital de Italia, Roma, como parte de una exposición dedicada al pintor neerlandés. Pese a todo, la obra no fue maltratada.
En el Museo del Prado, por primera vez dos mujeres del colectivo Futuro Vegetal se fijaron con pegamento a los marcos de las dos pinturas Las majas, y entre ellas escribieron: +1.5°C, en alusión al calentamiento global de la tierra como consecuencia de las emisiones del efecto invernadero.
Ecologistas también pegaron sus manos sobre las protecciones transparentes de una de las obras del artista estadunidense Andy Warhol, las famosas latas de sopa Cambell’s, indicó la Galería Nacional de Australia en Canberra.
En tanto, grupos afines rociaron con un líquido negro el famoso cuadro Muerte y vida, del pintor austriaco Gustav Klimt, reportó el Museo Leopold de Viena.
De acuerdo con los colectivos ecologistas, sus acciones representan “un grito desesperado, científicamente fundado, que no puede entenderse como simple vandalismo, sino como la manifestación de un amor visceral por la vida y el arte, que sólo se puede proteger con una intervención seria y oportuna de los gobiernos”.