En lo formal, la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación habrá de decidirse por el voto de sus 11 componentes, y sólo por ellos, pero en la realidad hoy, tal vez como nunca, en esta elección se juegue una parte muy importante del perfil del país que habremos de tener en lo inmediato.
De pronto los ataques en contra de la ministra Yasmín Esquivel, que no rebasaban el ámbito del odio y la polarización que ha provocado la derecha en buena parte del país, se han convertido en la muestra más clara de la fuerza de los vientos encontrados que pegan sobre el velamen de la nave México.
Pero además, el asunto ha logrado echar luz sobre otros temas muy oscuros de la vida en el país. Saber que la UNAM se transformó en una entidad más que descuidada en sus tareas, cómplice de las más profundas aberraciones académicas, resulta muy impactante.
Y encontrarnos con una verdad que aterra por su significado, como la de convertir a la SCJN en una arena de lucha ideológica, perturba hasta los mejores deseos de estabilidad política en el país.
Así que, descubierto el pastel, el ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz-Mena, el más rico de los 11 de la Corte, aportación de Felipe Calderón al organismo, aparece como el posible beneficiario de los ataques en contra de Esquivel.
Y conociendo ese nombre y su trayectoria profesional, queda clara la intención del grupo de derecha por evitar que Yasmín Esquivel se convierta en la presidenta de la Suprema, ellos necesitan ese pedazo de poder, lo requieren para no terminarse de desfondar.
Así, desde la derecha, Gutiérrez Ortiz-Mena defiende intereses neoliberales desde 1988 cuando fue director general de Banamex, que después se reprivatizó, pero hay más:
De 2008 a 2012, con el acuerdo de Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa, se hizo cargo del SAT en el renglón de los altos contribuyentes, a quienes, según nos cuentan, les condonó adeudos de miles de millones de pesos –hay quienes hablan de más de 70 y quienes ubican el regalito en más de 90 mil millones de pesos–.
Y a la sombra de Felipe Calderón y con la bendición priísta se convirtió en ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La opinión favorable a su persona, de Pedro Aspe, también cargó los dados a su favor, y en 2012 se coloca la toga de ministro.
A últimas fechas, en los pasillos de la Suprema se ha visto deambular a Emilio Gamboa, uno de los cerebros más conspicuos del PRI, cabildeando a favor de su amigo Alfredo, por el que ha lanzado su apuesta, y no sólo eso.
Falta poco más de una semana para que los ministros decidan quién los encabezará, y ya puestas en evidencia las posturas de la contienda, el fragor de la batalla lo estaremos escuchando a diario, o casi. Ojalá gane México.
De pasadita
Y mire si no es para darse de topes en la pared. Ahora resulta que la señora Ariadna Montiel, quien se coló a la Secretaría del Bienestar, busca ser la ganadora de la encuesta que hará Morena para obtener el nombre de su candidata o candidato a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Montiel es la alumna preferida del perversor Bejarano y el nombramiento en Bienestar la hizo pensar –vaya voracidad– en que ella podría ser la próxima jefa de Gobierno, y desde entonces más que trabajar en lo suyo se ha dedicado a promover su figura –de su trabajo no hay mucho que hablar– con la idea de que puede saltar hasta el Zócalo.
Incluso ya ha contratado, como se comenta en muchas partes, los servicios de Jesús Valencia, quien de eso sabe mucho – remember Juanito–, pero que, cuando menos hasta ahora, no hace milagros. Ni modo.