Aunque recientemente, como secuela de cancelación de la “cláusula de vida eterna” de la reforma electoral, el Partido Verde amagó con que analizarían a futuro su política de alianzas para contender en solitario, en los hechos, en todos los comicios federales ha participado en coalición y en la gran mayoría de votaciones locales.
Los convenios le han resultado bastante rentables, aun cuando en algunas ocasiones los institutos políticos asociados resintieran las coyunturas.
A lo largo de este siglo, la consistencia ideológica no ha sido precisamente su característica, sino su pragmatismo político sustentado en convenios de coalición bastante rentables para su causa y en ocasiones muy costosos para los coaligados, pues se ha aliado prácticamente con todo el espectro partidista.
Lo ha hecho con la derecha panista para romper la hegemonía priísta de 70 años, en 2000; con el PRI para propiciar su regreso al poder. En ambos casos, para aportar en las reformas neoliberales durante casi dos décadas, hasta que este modelo colapsó en 2018. Así, en 2021 comenzó una nueva modalidad, aliado en el proyecto de izquierda de Morena, con el que negoció incorporar la cláusula de vida eterna, mecanismo de alianza que se canceló en 2009, pero que le fue muy rentable en el pasado.
Avalado por ese partido en principio –hasta que el presidente Andrés Manuel López Obrador, bajo el argumento que iba contra los principios, amagó con vetar la ley si se mantenía–, la cláusula era similar al esquema que permitía garantizar a los institutos políticos pequeños el registro antes de conocerse el resultado mediante acuerdos que aseguraban la transferencia de votos de sus aliados.
Capítulo con Fox
Esa forma de operar fue particularmente rentable para el PVEM porque acudían a las elecciones sin riesgos y garantizaba su presencia en el Congreso, así como las prerrogativas partidistas.
En 2000 inauguró su modelo de negocio electoral con la Alianza por el Cambio, coalición que desde el convenio le garantizaba 4.5 por ciento de los votos y un incremento si la popular figura de Vicente Fox superaba 35 por ciento de los sufragios, como ocurrió. Lo que se completó con cinco senadores y 17 diputados federales, se frustró cuando el PAN no incorporó al PVEM en su gabinete.
Luego comenzó un largo periodo de alianza con el PRI, que en 2003 y 2006 se selló mediante pactos previos que les permitieron una presencia relativamente estable en términos de legisladores y recursos. En 2003 hizo alianza en 97 distritos (principalmente urbanos), donde se le otorgarían 39 por ciento de los votos de la coalición (a nivel nacional, los que logró oscilaron en 4 por ciento) para asegurarle el registro.
En 2006, pactó con el tricolor. Sobre una votación de 30 por ciento, se le aseguraba 6.6 por ciento de sufragios y por cada punto extra se incrementaría. A diferencia del PRI, que resintió un desplome de la mitad de sus diputados y la caída del 20 por ciento en sus prerrogativas, el PVEM prácticamente mantuvo su bancada en San Lázaro e incrementó ligeramente sus recursos, producto de un convenio muy conveniente para sus intereses.
Con el nuevo modelo de alianza que obligó a los partidos a probarse de manera independiente, el mecanismo de alianza PRI-PVEM cambió. El PRI llegó a postular militantes bajo las siglas del PVEM; en distritos con fuerza tricolor se pactó impulsar a candidatos ecologistas, para garantizar su llegada al Congreso entre 2009 y 2018.
En 2012, cuando todo apuntaba al regreso del PRI a la Presidencia, la alianza con el PVEM evolucionó a garantizar fórmulas de aspirantes por la coalición (que incluyó por primera vez una gubernatura, en Chiapas). La exitosa participación dejó al PVEM 29 diputaciones y nueve escaños, así como a Manuel Velasco en la gubernatura de Chiapas.
Fue el periodo más intenso de reformas neoliberales respaldadas por el PVEM, que contendería aliado aún en 2015 y 2018 y le redituó para alcanzar hasta 47 diputados en 2015, la última coalición exitosa con el tricolor.
En 2018, la debacle en la Presidencia de Enrique Peña Nieto les pasó factura y fue el único año de un histórico retroceso para el PVEM, pues sólo obtuvo 11 diputaciones. Hora de iniciar un nuevo ciclo, sus votos se inclinaron con el nuevo partido en el gobierno, Morena, en una alianza de facto que en 2021 se convertiría en un nuevo pacto, Juntos Hacemos Historia.