Diseñado como un instrumento para contener de manera más eficaz los crecientes flujos migratorios por la frontera entre México y Estados Unidos, el denominado Título 42 ha resultado insuficiente para desalentar el cruce de personas que desean llega a esa nación, especialmente de origen venezolano.
No sólo arriban a territorio nacional con la intención de llegar a Estados Unidos, sino que muchos de los que fueron expulsados bajo esa medida se han visto obligados a permanecer varados en México y no tienen otra opción más que refugiarse en albergues fronterizos saturados, sin empleos o en el mejor de los casos con trabajos precarios.
Tanto los migrantes que llegando a México como los que intentan ingresar a Estados Unidos en varias ocasiones viven en la incertidumbre, ya que por las deudas que adquirieron para la travesía, de miles de dólares que, regresar sin recursos a su país no representa para ellos una alternativa.
Por eso se ven en la disyuntiva de entrar a Estados Unidos, a pesar de la alta probabilidad de ser deportados de nuevo, regresar con sus familias a Venezuela, Colombia, Ecuador y Chile, o quedarse en México, un nuevo objetivo que no estaba originalmente en sus expectativas.
“Lo que está en juego para ellos es su vida, y una decisión de ese tipo no la pueden tomar en tan poco tiempo… el que Estados Unidos les abriera primero las puertas de par en par (ya que al principio los recibía sin trabas) y después se las cerrara con el Título 42, ha sido un golpe muy fuerte. Ellos invirtieron todo para llegar a ese país”, dijo Gabriela Hernández, coordinadora del albergue Casa Tochan.
El número de venezolanos que buscan entrar a Estados Unidos por México creció en 2022. Por eso se estableció el Título 42 desde el 12 de octubre, bajo el argumento de reforzar los controles en materia de salud. La medida estaba proyectada para concluir el 21 de diciembre, pero diversos gobiernos estatales estadunidenses obtuvieron un amparo que lo mantiene vigente.
Si bien no existen cifras de la migración irregular, los reportes de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación dan cuenta de la magnitud del movimiento por las detenciones de migrantes, renglón en el que los venezolanos ocupan el primer lugar en el presente año.
En sus estadísticas se muestra que de enero a octubre de 2022, de las 345 mil 644 personas detenidas, 72 mil 762 provienen de Venezuela. La cifra supera los 62 mil 657 casos de hondureños, 59 mil 797 de los guatemaltecos o los 34 mil 905 de cubanos.
Andanzas desde Medellín
Entre los casos de los miles de venezolanos expulsados de Estados Unidos a México por el Título 42 se encuentra el de Jona Carlo Vargas. Aunque nació en ese país, salió desde Medellín, Colombia, donde llegó a vivir hace más de un año. “Yo quería entrar a Estados Unidos para ayudar a mi mamá, tengo una tía que vive allá y es la que me iba a recibir”, compartió en entrevista.
Relató que ya conocía la medida de expulsión inmediata, pero se atrevió a seguir porque “me estaban diciendo que los venezolanos estaban pasando a pesar de ella, pero me agarró migración y me devolvieron a Villahermosa, Tabasco”.
Tras ser deportado, la misma tía que lo espera en Estados Unidos pagó a un coyote para que lo cruzara. Tuvo que desembolsar 4 mil dólares (casi 80 mil pesos mexicanos) para que pudiera viajar, primero en avión de Cancún a Torreón, luego a Monclova, y después cruzar el río Bravo, donde voluntariamente se entregó, como le recomendaron, pero de nueva cuenta fue rechazado.
En sus dos regresos fue asaltado por policías estatales en Durango, donde lo acusaron de intentar robar un tren, pero no lo remitieron a una estación migratoria, y sin mayor papeleo a los dos días lo dejaron libre, ya sin dinero.
Ahora se encuentra en la Ciudad de México, donde trabaja de vigilante en el que le pagan 6 mil pesos mensuales, insuficientes para cubrir sus necesidades y saldar la deuda que tiene con su tía, de 5 mil 700 dólares (112 mil 783 pesos).
Con familia es más difícil moverse
Los perfiles de quienes han dejado Sudamérica son variados. También está el caso de Naydelis, de 34 años, quien lleva 12 meses en la búsqueda de llegar a Estados Unidos junto con su esposo y dos hijos de 13 y 7 años. En Venezuela trabajaba en la policía científica, mientras él era agente de tránsito, pero el sueldo ya no les alcanzaba, por eso decidieron irse a Ecuador en noviembre de 2021, donde nació su hija menor, ahora de nueve meses.
Sin embargo, por la falta de oportunidades y la inseguridad en ese país buscaron irse a Estados Unidos en agosto de 2022. Como parte de su trayecto llegó a México en septiembre y desde hace poco más de dos meses viven en un albergue porque la aplicación del Título 42 frustró su camino.
“Nosotros teníamos nuestro vuelo hacia la frontera el 18 de octubre y lo perdimos, preferimos ver primero por la tranquilidad de nuestros hijos antes de continuar y que nos expulsen”. Aunque afirmó que su principal objetivo es llegar a Estados Unidos, “si en México nos ofrecen una estancia permanente nos quedaríamos”.
En otro caso, Fredy tiene muy claro el panorama. Después de dejar Venezuela hace más de cinco años y platicar a diario con cientos de migrantes a quienes vende arepas en la Ciudad de México, está seguro que el flujo no se va frenar por alguna medida que apliquen los gobiernos estadunidense o mexicano. “La necesidad sigue aumentando y las personas cada vez llegan en condiciones más precarias”.