“Nos mataron pequeños e indefensos; ahora somos memoria, somos luz infinita”, con estas apalabras inició su declaratoria la Organización Sociedad Civil Las Abejas de Acteal, al cumplirse un cuarto de siglo de la masacre que terminó con la vida de 45 tsotsiles de esta región de Los Altos de Chiapas.
La niñez y juventud que este día recuerda a sus mártires; no habían nacido cuando los indígenas de Las Abejas fueron sorprendidos por las balas y machetes de los grupos paramilitares que fueron entrenados en el contexto de la guerra de contrainsurgencia del Plan de Campaña Chiapas 94, diseñado por la Secretaría de la Defensa Nacional, tan omnipresente en la vida pública actual de todo el país, y el entonces presidente Ernesto Zedillo.
La diferencia es que ahora, aunque la justicia sigue sin llegar a estas montañas, no se sienten ni pequeños ni indefensos, sino luz. Cinco lustros de resistencia los y las han curtido en el arte de la espera y no han movido un milítimetro su exigencia de castigo a los responsables de una de las tragedias que conmovieron al mundo. Los gobiernos, dicen desde Acteal, “quieren exterminarnos porque les incomoda y desprecian nuestras luchas y la defensa de la Madre Tierra, la defensa de los derechos humanos y la vida”. Y, una y otra vez dejan claro: “Han pasado 25 años de la masacre de Acteal y hasta la fecha este crimen de Estado sigue impune”. Y no sólo eso, sino que, como denunciaron, las agresiones armadas no han cesado desde entonces, ni el consiguiente desplazamien-to forzado.
Las Abejas cumplieron también 30 años de vida, pues un 21 de diciembre “la injusticia y el abuso de poder” las hizo nacer. Cinco tsotsiles de Tzajalch’en, acusados injustamente de haber asesinado a una persona, fueron encarcelados y la movilización para lograr su liberación dio origen a la organización Las Abejas, convencidos de la lucha no violenta para transformar sus realidades.
Hoy siguen construyendo vida mientras esperan el informe de fondo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), para que los responsables sean investigados y castigados, pues no sólo se tra-ta de pedir perdón a los hacedores de paz.