Buenos Aires., La mexicana Elena Alcántara no compra más ropa y dejó de ir a restaurantes. El chileno Pedro Serrano remplazó la carne vacuna por el pescado enlatado, que es más barato, y en Uruguay, María Fulquere recurre a los comedores populares para poder comer.
Son los efectos de la inflación que a excepción de Venezuela y Argentina –que han lidiado con este problema durante años– reapareció con fuerza en América Latina y el Caribe luego de una etapa de relativa estabilidad.
Alcántara, de 32 años, afirmó a The Associated Press días atrás en un mercado de la Ciudad de México que este año prescindió de algunos gustos como salir a comer afuera y su familia aprendió “a comprar lo esencial” para que rinda su salario de 258 dólares mensuales en una guardería infantil.
Serrano, de 43 años y con dos hijos, dijo que “es muy brutal la inflación” y explicó que los chilenos se ajustan el cinturón “ya sea comiendo menos carne, ya sea teniendo muy en cuenta los viajes en auto para no gastar bencina (gasolina)”.
En Uruguay la subida de precios ha obligado a los más humildes a recurrir a comedores populares organizados por autoridades y vecinos. Fulquere, de 65 años, hace fila en La Teja, una zona de Montevideo con viviendas de techos de chapa. Allí una mujer reparte guisos y verduras a unas 200 personas por día.
En el último año la guerra de Ucrania y Rusia disparó el precio de los combustibles y alimentos, profundizando el alza en el costo de vida que había comenzado durante la pandemia de covid-19 por las restricciones que afectaron la producción e impactaron en la oferta de bienes.
México registró en agosto una inflación anual de 8.7 por ciento, la mayor en más de dos décadas, mientras Chile cerró 2021 con un índice de 7.2 por ciento –el más alto en 14 años–, que no cedió, por el contrario, llegó a 13.3 por ciento anual en noviembre.
El alza de precios ha desatado protestas de sectores productivos, sindicatos y organizaciones políticas y ha obligado a los gobiernos a actualizar los salarios, subsidiar la energía e incrementar las ayudas para apaciguar el descontento social.
En junio, en Ecuador se produjo un levantamiento indígena que paralizó al país en demanda de la reducción del precio de la gasolina, mientras Argentina es escenario de constantes protestas de organizaciones que agrupan a desempleados y trabajadores del sector informal, cuyos magros ingresos no paran de licuarse.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que la región finalizaría este año con un alza en el índice de precios al consumidor de 14.6 por ciento respecto a 2021. Los que sufrirían más son Venezuela, con 220 por ciento; seguido por Argentina, con 95 por ciento, países donde esta distorsión se ha convertido en la regla desde hace mucho tiempo.
Siguen Chile, con 12.2 por ciento; Colombia, con 11 por ciento; Uruguay, con 8.9 por ciento; México, con 8.5 por ciento; Perú, con 6.8 por ciento; Brasil, con 6 por ciento; Bolivia, con 4.2 por ciento, y Ecuador, con 3.8 por ciento, acotó el informe Perspectivas económicas para las Américas: Navegando condiciones financieras más restrictivas, publicado por el FMI en noviembre. Para 2023 espera que la inflación disminuya en la región a un nivel de 9.5 por ciento, una tasa todavía elevada.
Cuba tiene uno de los escenarios más complejos, ya que atraviesa al mismo tiempo un alza del costo de vida y un fuerte desabastecimiento de productos básicos. La inflación en la isla fue de 77.3 por ciento el año pasado.
Golpe a los más vulnerables
El incremento del precio de los alimentos está golpeando a los hogares más pobres e incrementando el hambre, alertaron en un informe conjunto la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos.
Además, la fuerte subida de los fertilizantes incidiría en un peor rendimiento de las cosechas. Y como los salarios no se actualizan según la inflación, este año 1.8 millones de personas ingresarían a la pobreza extrema hasta sumar un total de 81.8 millones en la región.
En varios países latinoamericanos se encendieron las alarmas y se aplicaron medidas para abaratar los alimentos.
México, donde su valor subió por encima de 14 por ciento este año, impulsa un plan de siembra para avanzar en el autoabastecimiento de productos claves como el maíz o el frijol mediante ayudas directas y asesoramiento técnico a los agricultores. Además, suspendió por un año los aranceles de importación de 21 alimentos.