A una palabra sucede una palabra como a un sonido sigue un silencio.
Así la música de Esbjörn Svensson se unta a la luz del amanecer, a la piel del viento y a la línea donde se juntan los bordes de los labios cuando una sonrisa los delinea humanos, profundamente humanos.
Sonrisa, sorbo de té, sonrisa. Sunrise.
Esbjörn Svensson. Músico sueco (1964-2008).
Descubrió temprano las largas disquisiciones al teclado del pianista canadiense Glenn Gould, murmurando las notas que hacía sonar de su teclado mientras danzaban en su ventana los copos de nieve. Danzaban en la ventana del niño Svensson igual que en los cristales que separaban la recámara de Gould del borbotón congelado de la fuente cristalina que yacía en el centro de su jardín.
El adolescente Svensson supo del misterio cuando descubrió en los discos de Thelonious Monk cómo discernir las sonrisas de los sorbos de té, los amaneceres de los ocasos, que en apariencia son idénticos en su luz. Supo entonces, al escuchar el piano de Glenn Gould y el de Thelonious Monk, que las sonrisas son silencios incendiados.
El joven Esbjörn Svensson hizo un trato con sus compañeros de juego de infancia: Dan Berglung, quien desde entonces vive con las manos fijas al diapasón de un contrabajo acústico, y Magnus Öström, abalanzado desde entonces sobre los parches de sus tambores, los cobres de sus platillos, y las escobillas metálicas de sus varitas mágicas: juntos, los tres, incendiarían silencios. Eso acordaron.
Lo hicieron durante 15 años.
Grabaron 11 discos, viajaron y mostraron al mundo el mecanismo de los goznes del engranaje del tiempo: una maquinaria donde el accionar de cada uno de ellos tres, Svensson, Berglund y Öström, formaba parte del todo y lo eran juntos el todo, tripartitas, el todo dividido siempre en tres partes iguales que sumadas daban siempre el mismo resultado: una sonrisa.
Esbjörn Svensson Trio = E.S.T. y mejor aún: e.s.t.
Como T. S. Eliot.
Como e.s.t.elar, como e.s.t.udiantes, como e.s.t.upefactos frente al asombro del mundo.
Asombro.
Juntos, Svensson, Berglund y Öström asombraron al mundo. Su música por igual congregó a los amantes del rock que a los diletantes del jazz que a los degustadores del tecno, que a los expertos en la gran riqueza hímnica y canora de la gran tradición de la música tradicional sueca. La música que encierra y conserva los secretos de los hiperbóreos, los eternos más allá del bóreas.
Música de auroras boreales. De sonrisas que son silencios incendiados en colores únicos, de ensueño.
Sueños.
Esbjörn Svensson practicaba esa forma de meditación que es el buceo, y una mañana boreal se quedó flotando en medio del océano, en uno de esos accidentes propios de tan limítrofe deporte.
Tenía 44 años de edad y muchos proyectos. Uno de esos planes consistía en meditaciones al teclado, que dejó grabados en un disco duro y en un disco grabable y que ahora sale a flotar a la luz.
Como en toda historia mágica, hay dos versiones de cómo el mensaje que nos dejó grabados Esbjörn Svensson, llega hasta nosotros.
La primera versión indica que Eva, la esposa de Esbjörn, lo escuchaba musitar, canturrear las notas musicales que su esposo hacía brotar de las teclas de su piano en su casa, todas las mañanas, cuando la luz incendiaba las estancias.
Eva grabó esas sesiones, pero al morir su joven esposo, eligió guardar silencio y no fue sino casi una década después que decidió que todos conociéramos los largos monólogos de su marido.
Otra versión, igual de romántica, indica que nadie sabía que Esbjörn Svensson dejó un álbum completo, grabado en su casa y registrado en dos dispositivos de memoria electrónica que fueron descubiertos en el sótano por su esposa y por el ingeniero de sonido del e.s.t., y ambos dispositivos tenían el mismo título, escrito a mano: “SOLO”.
Es así que tenemos frente a nuestros ojos y nuestros oídos el único disco a piano solo de Esbjörn Svensson, que su esposa, Eva Svensson tituló así: Home.S.
Son nueve piezas prístinas, transparentes, diamantes pulidos a mano, que dejó grabadas Esbjörn Svensson, sin saber que dos semanas después iba a morir en un accidente de buceo y que sería su álbum póstumo.
Su esposa, Eva Svensson, tituló las nueve piezas con las letras del alfabeto griego, que su esposo, Esbjörn Svensson, recitaba a diario de memoria, orgulloso de sus estudios de filosofía y astronomía: alpha, beta, gamma, delta, epsilon, zeta, eta, theta, iota.
Son nueve sonrisas, nueve sorbos de té, nueve silencios en colores de aurora boreal.
La inicial, alpha, nos remite de inmediato a Debussy. Notas delgadas, densas, hilos de luz, agua fluyente, cristalina. Es un lienzo impresionista. Una respiración de flores.
El siguiente sueño, porque las nueve piezas se suceden como los sueños: un rebotar de escenas, episodios, situaciones, asemeja un conjunto de bosquejos a lápiz. Paisajes al carbón.
Y así soñamos. Y en cada sueño aparecen y desaparecen, se iluminan y se difuminan imágenes, situaciones, sonidos:
Eta, la pieza séptima, es abiertamente una sesión a lo Keith Jarrett, algo así como su Concierto en Colonia pero ahora, en este sueño, es un Concierto en Estocolmo.
También vemos pasar por ahí a Shostakovich. Restos diurnos de la costumbre del pianista Svensson que consistía en repasar partituras de Dmitri Shostakovich antes de comenzar a grabar, lo que entre músicos denominan “calentar dedos”, o bien: “hacer dedos”.
La pieza cinco, epsilon, es un río de sueños. Nos remonta al origen del sueño, al nacimiento del sueño, al ojo de agua, al ojo de sueño, al sueño del sueño.
Al tocar estas piezas, Esbjörn Svensson canturrea las notas de manera casi imperceptible, apenas audible, como si leyera a Pascal Quignard, quien a su vez está leyendo el poema de William Butler Yeats que se llama He Wishes for the Clothes of Heaven, donde el poeta anhela vestimenta de la noche, bordada y forjada con luz dorada y con luz plateada, la azul y oscura y densa vestimenta de la noche y su luz y su media luz.
Canta el poeta y canta el pianista y cantan los sueños así en el sueño, en el poema de Yeats: quisiera, amor mío, extender el ropaje de la noche bajo tus pies pero, siendo yo tan pobre, tan sólo poseo mis sueños, de manera que he extendido mis sueños bajo tus pies.
Pisa con suavidad, amor mío, pisa con suavidad, pues resulta que estás pisando mis sueños.
Sueños, apacibles nuestros sueños. Los sueños son nuestra casa y por eso el disco que hoy nos ocupa se llama Home.S. y está grabado en la casa de Svensson, de los Svenssons, y por eso todas las noches Eva Esvensson sueña que su esposo, Esbjörn Svensson, está en la sala tocando el piano y canturrea cada nota que suena en su sueño y que nosotros estamos soñando mientras suena el disco y aparece el poeta Kabir para iluminar la noche con un verso:
En la noche, la lámpara, es tu cuerpo
Y mientras sueñas, sueñas que sonríes y en el sueño a cada palabra que suena le sigue un silencio apenas perceptible y la nota que suena sueña y se desvanece de la misma manera como se desvanece un sueño.