Ciudad de México. En el ataque que sufrió la semana pasada el periodista Ciro Gómez Leyva, el presidente Andrés Manuel López Obrador consideró que no debe desestimarse la posibilidad de un autoatentado: “No porque él se lo haya fabricado, sino porque alguien lo hizo para afectarnos a nosotros, no lo descarto”. A diferencia de los reporteros comunes, los “periodistas de más alto nivel tienen menos riesgos, son más blancos para desestabilizar, porque son famosos y más si tienen diferencias con nosotros”, aseguró.
Si así fuera, “lo vamos a denunciar, si tenemos las pruebas”, subrayó el mandatario. “Sea quien sea, no hay privilegios (…), sí se está haciendo la investigación de Ciro y vamos a fondo, no sabemos hasta dónde vamos a llegar”.
Informó que hay algunos avances en la investigación y existe la voluntad de su gobierno de esclarecer el suceso. “No queremos que haya carpetazo, que no quede por nosotros. Vamos a meternos a fondo, porque no es un asunto menor. Quisieron asesinarlo o intentaron hacerlo y, si no fue así, el propósito era generar un conflicto mayor, desestabilizar al país, que también es un crimen”.
Aseguró que en tanto es un gobierno que no es represor ni mantiene relaciones de complicidad con otros círculos de poder, las investigaciones se manejan en libertad y “podemos investigar a fondo”. López Obrador remarcó las diferencias que mantiene con el periodista, a quien conoce desde hace 25 años y que se acentuaron en el sexenio de Felipe Calderón.
Habló de su distanciamiento con Gómez Leyva y la hipótesis de que pudiera ser un autoatentado, en un largo recuento de los cambios operados en la relación entre el gobierno y los medios de comunicación. Va más allá, según dijo, de anular los 45 mil millones de pesos que hubo en el sexenio anterior en publicidad oficial, “porque no es nada más el gasto de publicidad o el llamado chayote, no, eso es complementario, accesorio”.
Relató que cuando iban a construir el aeropuerto de Texcoco “le dieron a un medio de comunicación importante la construcción de la pista central. Los dueños de los periódicos perforaban pozos, construían gasoductos, hospitales, carreteras y le cobraban al gobierno por la operación de reclusorios. Estaban metidos en todo. Como hubo un cambio de verdad, hay mucha molestia”.
A una pregunta sobre denuncias de organizaciones defensoras de derechos humanos acerca de la situación de los periodistas, reprochó que en el pasado esos grupos no fueran críticos en la materia. “Y ahora, por razones políticas y económicas, se volvieron paladines de la libertad. Aseguró que su gobierno no permite la impunidad en la agresión a periodistas y subrayó que quienes realmente enfrentan riesgos son aquellos reporteros que andan en la calle, donde las banquetas son muy angostas”.