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Economía

2022-12-21 06:00

México SA

David Malpass, presidente del Banco Mundial y Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, organismos cuyas estrategias hundieron a la economía global y especialmente a las naciones más pobres.
David Malpass, presidente del Banco Mundial y Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, organismos cuyas estrategias hundieron a la economía global y especialmente a las naciones más pobres. Foto de la página del BM
Periódico La Jornada
miércoles 21 de diciembre de 2022 , p. 24

Desde el inicio de la pandemia, los genios de la tecnocracia internacional decretaron que, para hacerle frente, los gobiernos no tenían otro camino que endeudarse y muchas naciones siguieron la instrucción a pie juntillas (México fue de las pocas excepciones que se negaron a transitar por esa ruta). ¿Resultado? La deuda externa pública global alcanzó niveles récord tanto en economías avanzadas como en aquellas de bajos y medianos ingresos, al tiempo que en las más pobres la “recomendación” de los que “sí saben” solo socavó su de por sí vulnerable situación. Así, se estima, el pago por el servicio de la deuda externa de las naciones más depauperadas se incrementó 35 por ciento solo en 2021.

Lo paradójico del caso es que a tal conclusión llega una de las instituciones financieras internacionales que en su momento no sólo defendió, sino promovió la citada “recomendación” tecnocrática, pero que ahora, ante la gravedad de los resultados, se limita a enumerarlos, porque dicha “estrategia” hundió más a la de por sí golpeada economía global, especialmente la de las naciones más depauperadas. Y el tétrico balance sólo incluye 2021, un año después de que la OMS declaró la pandemia por covid-19.

Resulta que el Banco Mundial, una de las “catedrales” tecnocráticas, divulgó su reporte internacional sobre deuda y aunque está fechado en diciembre de 2022, su análisis y estadística corresponde a los resultados de 2021. Así, de este balance se toman los siguientes pasajes. Va, pues.

Los pagos por el servicio de la deuda eliminan los escasos recursos que se destinan a salud, educación, asistencia social e inversión en infraestructura. Es probable que las erogaciones programadas para 2023 y 2024 permanezcan elevadas debido a las altas tasas de interés, con vencimiento del principal y la capitalización de los intereses. Las crecientes presiones de liquidez en los países pobres van de la mano de los desafíos de solvencia, provocando un sobreendeudamiento insostenible para decenas de países. Alrededor de 60 por ciento de ellos se encuentran en situación de sobrendeudamiento o en riesgo de estarlo.

La escalada de las tensiones geopolíticas a raíz de la guerra en Ucrania podría llevar a una situación aún más estrecha en las condiciones financieras globales, con creciente inflación, menor crecimiento y mayor presión sobre las finanzas públicas y, en consecuencia, mayores implicaciones adversas para los países de medianos ingresos. En 2021, el saldo de la deuda externa de los países de ingresos bajos y medianos aumentó 5.6 por ciento para alcanzar 9 billones de dólares. Para 2022, la perspectiva es peor, dadas las crecientes tasas de interés y la devaluación de muchas monedas.

El peso específico de los acreedores privados aumentó la deuda externa en los países de bajos y medianos. A finales de 2021, el 61 por ciento de la deuda pública se debía a ellos, 15 puntos porcentuales más con respecto a 2010. Además, el costo por el servicio del débito se ha incrementado. Lo mismo ha sucedido con las economías de ingresos medios.

El incremento de la deuda y los crecientes pagos por su servicio subrayan la necesidad de crear un proceso eficaz de reducción del débito para los países de bajos y medianos ingresos en situación de sobrendeudamiento. Dados los cambios en la composición de la deuda, tal proceso es desafiante y requiere de la cooperación de todos los principales acreedores. El Banco Mundial participa activamente para encontrar una solución.

La deuda a corto plazo representó la mitad del aumento en las entradas netas totales de débito externo para países de bajos y medianos ingresos en 2021, pero solo 27 por ciento del saldo total de la deuda externa. Las entradas de deuda a corto plazo son volátiles y en gran medida reflejan las fluctuaciones en la demanda de crédito para el comercio, que cambian los volúmenes de importación. Los depósitos utilizados para facilitar las importaciones se estiman en alrededor de 60 por ciento (1.4 billones de dólares), todo a corto plazo.

En fin, ese es el resultado del “único” camino decretado por la tecnocracia, con el consabido resultado: hundir más a las economías de bajos y medianos ingresos y perpetuar su dependencia de los centros financieros, amos y señores del futuro en esas naciones.

Las rebanadas del pastel

¿Será que Donald Trump no terminará en la Casa Blanca, una vez más, sino en alguno de los selectos resorts del sistema penitenciario de Estados Unidos?

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