El Museo Arqueológico de la Costa Grande, ubicado en el municipio de Zihuatanejo de Azueta, Guerrero, resguarda cerca de 4 mil piezas prehispánicas relacionadas con el desarrollo cultural de la región; sin embargo, el inmueble presenta daños estructurales en su techumbre, por lo que necesita una urgente intervención arquitectónica, alertó la pintora Carmen Parra.
La artista, quien reside desde hace 25 años en esa entidad, encabeza una campaña para que las autoridades locales tomen conciencia de que el museo “es muy importante; también requiere que se actualice su guion museográfico.”
En entrevista con La Jornada detalla que el recinto “está muy abandonado y necesita que lo renueven. Guerrero es un estado muy interesante, y su parte arqueológica es muy poco conocida”.
Durante el tiempo que la pintora lleva viviendo en ese lugar, añade, “me he hecho amiga de los residentes de Zihuatanejo, del arqueólogo de la zona, del cronista de la ciudad y me dedicó a investigar lo que sucede aquí”.
El recinto depende administrativamente del municipio de Zihuatanejo de Azueta, encabezado por el alcalde priísta Jorge Sánchez Allec; cuenta con seis salas de exhibición que muestran piezas de distintas zonas arqueológicas de la región, testimonio de la evolución de los pueblos asentados en la entidad.
Hay piezas de cerámica, figurillas de barro, instrumentos de obsidiana y escultura que plasman las influencias de periodos ancestrales de culturas como la olmeca, teotihuacana, tolteca, mexica y tarasca.
El arqueólogo Rodolfo Lobato, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Guerrero, coincide en que el Museo Arqueológico de la Costa Grande “necesita una urgente intervención arquitectónica para estabilizar su techo, que en términos arquitectónicos es la parte más esencial de una casa al ser el elemento principal para proteger su interior contra el clima y la humedad.
“El inmueble es administrado por el ayuntamiento de Zihuatanejo de Azueta, por lo que las autoridades municipales tienen la responsabilidad de intervenir el edificio para garantizar la seguridad física y el resguardo del patrimonio arqueológico y de sus visitantes.
“El techo presenta daños estructurales observables a simple vista, lo cual pone en riesgo a las personas que acuden, esto sin considerar las actividades masivas que se realizan en su interior. A nosotros, como representantes del INAH, nos corresponde el manejo del patrimonio que se resguarda en comodato, así como el desarrollo y actualización del guion museográfico, lo cual no se ha hecho en 36 años. Tenemos muchos datos nuevos que podemos aportar a este museo, sólo esperamos la voluntad política para que se intervenga arquitectónicamente el edificio que resguarda el patrimonio arqueológico, parte de la identidad cultural de la región y de la historia prehispánica en la Costa Grande.”
Recinto de importancia turística
De acuerdo con Lobato, el inmueble “se encuentra en un lugar estratégico, frente a la bahía de Zihuatanejo, por tanto, se debe atender y mantener en buen estado al ser un espacio de difusión histórico-cultural dirigido a visitantes nacionales e internacionales interesados en la cultura e historia de la región; es importante para la diversificación turística del destino”.
El arqueólogo informó que se han realizado gestiones recientes en torno a la colección del museo. Agregó que “vino personal de registro arqueológico de la Ciudad de México a verificar el inventario de los bienes inmuebles que se tienen en comodato”.
Entre los datos nuevos que incluirá el nuevo guion museográfico, Rodolfo Lobato explicó, por ejemplo, que en la mayor parte de los municipios existen zonas salineras, “y ahora sabemos que la sal fue un producto importante para los grupos prehispánicos. La mayor parte de los sitios arqueológicos monumentales están asociados a un área salinera”.
Además, todavía existen danzas tradicionales como la Del Cortés, en las comunidades de Coacoyul y Agua de Correa, que son remanentes históricos de raíces históricas coloniales.
“La idea de la nueva museografía es que se actualice el dato arqueológico, pero también que se revalorice la información antropológica; eso es muy importante porque es información que da sentido a un proceso cultural de más de 3 mil años, pues a la fecha subsisten remanentes que son parte de las tradiciones culturales de la región.”
El museo, dividido en seis salas temáticas, está abierto al público a pesar de sus condiciones estructurales. De acuerdo con el arqueólogo, la museografía original se realizó cuando se pensaba que la Costa Grande de Guerrero pertenecía al occidente de México, porque no se tenía un registro cabal de todos los sitios monumentales de los que hoy se tiene conocimiento.
En el recinto hay una sala introductoria, otra que habla de los primeros pobladores del Preclásico de 2500 aC a 500 dC; en la siguiente área se muestra el desarrollo de las comunidades aldeanas.
También está la sala donde se muestran piezas del Clásico que comprende de 200 aC a 750 dC, como fragmentos de marcadores de pelota y una escultura de una deidad de la lluvia, vasijas y figurillas de cerámica con una marcada influencia de Teotihuacan.
“Otra sala está dedicada al Posclásico; ahí se abordan las incursiones toltecas a la región y la conquista mexica, en 1498. La sexta sala aborda la Conquista española y se toca un tema interesante y de mucho valor histórico para Zihuatanejo: la salida de la Nao de Manila, que ocurrió en el año 1527; este último suceso es de suma importancia, porque ahí nació la primera globalización comercial en la época colonial. Todo esto es importante que se revalore; el Museo Arqueológico de la Costa Grande de Guerrero tiene un destino más importante, por ser de alcance regional”, reiteró Lobato.