Guadalajara, Jal. La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) es una enorme maquinaria cultural que ha posicionado a México en la industria editorial del mundo. Pero también una arena política en donde todos quieren estar porque es el gran escaparate.
Durante los nueve días que dura el encuentro, a finales de cada noviembre, el foco de atención cultural se mueve a la capital de Jalisco, sobre todo en épocas electorales, que en estos tiempos se han adelantado.
Es una feria política, sin lugar a dudas, dicen los organizadores, que recuerdan con entusiasmo cuando desde la FIL, en 1999, el premio Nobel lusitano José Saramago cuestionó al entonces presidente Ernesto Zedillo, quien acababa de decir a la prensa que en Chiapas “no hay y no ha habido nunca una guerra”.
El autor de Ensayo sobre la lucidez fue firme al expresar: “Parece que es un sino mío, cada vez que llego a Guadalajara algo tengo que decir que no le va a gustar al gobierno mexicano. Entonces, lo único que yo quería decir es lo siguiente: hay guerras que son guerras y hay no guerras que son igual que guerras. La no guerra de Chiapas es una guerra”.
También memorable es el traspié del entonces candidato presidencial priísta, Enrique Peña Nieto, cuando le preguntaron por los tres libros que habían marcado su vida, y atribuyó la autoría del libro La silla del águila a Enrique Krauze, cuando en realidad se trata de una novela de Carlos Fuentes. Esto dio pie para que el autor de Aura opinara: “Este señor tiene derecho a no leerme. Lo que no tiene derecho es a ser presidente de México a partir de la ignorancia, eso es lo grave. Es un hombre muy ignorante”.
En medio de todos esos vaivenes, este año la FIL tiene un abierto pleito con el gobierno federal y el estatal, polémica que encabeza Raúl Padilla, presidente del Patronato de la FIL y quien desde 1989 es el líder del grupo que controla política y administrativamente la Universidad de Guadalajara (UdeG), instancia que organiza el encuentro librero.
Padilla es heredero y continuador de un cacicazgo político que en 1951 iniciaron Carlos Ramírez Ladewig, fundador de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), y su hermano Álvaro Ramírez, “padrino político de Raúl”, narra El Profesor, un informante cercano al grupo del funcionario y que pide el anonimato para contar su historia.
Conoce a Padilla desde su época de dirigente de la FEG, entre 1977 y 1979, y explica que en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, cuando algunos intelectuales “se volvieron orgánicos para convertirse en actores políticos importantes, el presidente necesitaba muchos escenarios. Entonces la FIL fue el ideal. Raúl Padilla, entonces rector de la UdeG, comenzó a apoyar a esos mismos intelectuales para mantener su influencia en el círculo político nacional”.
El Profesor detalla que, a finales de los años 80, Oliverio Ramos Ramos, entonces presidente de la FEG, fue llamado a Los Pinos por Salinas, un día de septiembre de 1989.
El dirigente estudiantil partió a la Ciudad de México mientras continuaba tomada la rectoría de la UdeG por sus compañeros de la federación, un acto que el mismo Oliverio encabezó en respuesta a la intención del entrante rector Raúl Padilla de lograr una reforma a la ley orgánica para obtener, mediante la descentralización y la creación de una red universitaria, el control absoluto de esa universidad.
“Raúl (Padilla) va a impulsar nuestro proyecto de modernización de la educación, así que quiero que lo apoyes”, ordenó con voz suave el presidente Salinas a Oliverio, según recuerda El Profesor.
“Después de eso, añade, concluyó a los dos días la toma de la universidad, desalojaron la rectoría y Padilla consolidó su naciente cacicazgo.”
Si bien la UdeG ha dado cobijo a distintos sectores liberales y progresistas, y para el mundo cultural en Jalisco Padilla es “una suerte de cacique bueno”, ahora el gobierno de Alfaro “cuestiona el uso ilegítimo del patrimonio universitario para sus millonarios negocios y para la política, sobre todo por el hecho de que ha transformado a la FIL en el coto de una fuerza política nacional desde donde se negocia con varias instancias”.
El Profesor considera que el florecimiento de la FIL tuvo mucho que ver con la cercanía e impulso que el encuentro tuvo hacia las políticas neoliberales de los gobiernos que sucedieron a Salinas.
Si bien con el arribo de Vicente Fox a la presidencia aparecieron otros actores políticos, “Padilla nunca tuvo problemas graves con los gobiernos federales porque siempre manejó su discurso del nacionalismo revolucionario del PRI. Él es acomodaticio en sus discursos y sus intenciones, ahí está la campaña de 2018 cuando apoyó al panista Ricardo Anaya”.
Entre los múltiples cargos que Padilla ha acumulado dentro de la UdeG están los que aún mantiene: presidente del Consejo Directivo de la Fundación Universidad de Guadalajara, del Patronato del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, de la Fundación de la UdeG en Estados Unidos y del club de futbol Leones Negros de la Universidad de Guadalajara.
También ha sido profesor-investigador titular del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, presidente del Consejo de Administración del Corporativo de Empresas Universitarias (que incluye clubes deportivos, hoteles, agencia de viajes), presidente del Consejo Consultivo de Cultura del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño, presidente del Patronato de Artes Escénicas, así como presidente del Consejo Directivo del Festival Creativo Papirolas.
También es coordinador de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, presidente del Consejo de Administración del Sistema Universitario de Radio y Televisión, presidente de la Feria Internacional de la Música, presidente de la Feria del Libro en Español de Los Ángeles, California, y presidente de la Muestra de Cine Mexicano Guadalajara en Los Ángeles.