A partir diciembre de 2018 una de las “batallas” de la presente administración ha sido recuperar el poder adquisitivo del salario que masacró el régimen neoliberal; éste siempre otorgó aumentos nominales siempre por debajo del aumento de precios –especialmente los relativos a la canasta básica–, pero en caída libre por efectos inflacionarios. Por ejemplo (la estadística es del Inegi): en seis sexenios al hilo (de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto) el incremento nominal acumulado (salario mínimo) fue de poco más de 21 mil por ciento, mientras la inflación, también acumulada, rondó 63 mil por ciento.
En lo que va del presente sexenio, el aumento nominal acumulado al salario mínimo (incluido el 20 por ciento aprobado para 2023) es de 135 por ciento, contra una inflación, también acumulada, de 21.5 por ciento (el dato también es del Inegi), con lo que la recuperación del poder adquisitivo dejó de ser promesa para convertirse en realidad. Ahora, tras alcanzar el objetivo de resarcir la pérdida acumulada a lo largo de 40 años, la “batalla” es lograr una ganancia real, aunque no hay que desestimar que la pandemia y la guerra en Ucrania han acelerado el crecimiento de los precios.
Por ello, ante tal panorama, no es gratuito que la Comisión Económica para América latina y el Caribe, así como la Organización Internacional del Trabajo reconozcan que “si bien en 2021 los salarios mínimos en la región experimentaron una caída generalizada, en el primer semestre de 2022 registraron incrementos en 8 de los 17 países seleccionados. En particular, México (13.5 por ciento) y El Salvador (12.2) presentaron los ajustes positivos más pronunciados, seguidos por Ecuador (3.1) y otros cinco países con aumentos por debajo de 2. En ocho países, en cambio, se observan caídas del salario mínimo real, entre las que destacan la disminución registrada en Paraguay (-5.4) y las contracciones en torno a 3.5 en Perú, Panamá y Nicaragua”.
Ambos organismos divulgaron su más reciente análisis conjunto ( Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe), del que se toman los siguientes pasajes: entre el primer semestre de 2021 y el mismo periodo de 2022, se aprecia una aceleración de la inflación regional en la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños, como producto de varios factores, tanto externos (incremento de los precios internacionales de los combustibles y los alimentos) como internos (efecto de mayor demanda agregada en 2021). El incremento de la inflación ha sido progresivo: empezó con un ligero aumento a fines de 2020 y se aceleró durante el segundo trimestre de 2021 y, en particular, en el primer semestre de 2022.
En particular, la progresividad del impacto de la inflación se ha observado en la variación reciente de los salarios reales. En el caso de los salarios medios reales de una decena de países considerados con información disponible, en el primer semestre de 2022 el indicador se contrae en seis de ellos. Destacan las caídas en los salarios medios reales del Brasil (-6.5 por ciento), Paraguay (-4.7) y Perú (-3.6), mientras en Nicaragua, Uruguay y Chile el descenso ronda 1.7. Si bien se observan aumentos del indicador en cuatro países, estos son inferiores a uno por ciento (Argentina, Bolivia y México), y sólo Colombia registra incrementos superiores a 3.
Un desempeño más heterogéneo se observa en los salarios mínimos reales de la región. Los ajustes del salario mínimo por lo general se dan una vez al año y se basan en inflación pasada. En ese sentido, hay cierta tendencia a que los salarios mínimos reales caigan en un contexto de inflación creciente o aumenten cuando la inflación disminuye. Por otra parte, algunos países, como México, en los años pasados han implementado una política activa de ajuste del salario mínimo (cuyo valor nominal inicialmente era muy bajo) por encima de inflación. Por ende, si bien hay aspectos generales que afectan el resultado tendencial, también hay respuestas de política que pueden generar una compensación mayor que la inflación y que se traducen en un aumento real del salario mínimo real.
Las rebanadas del pastel
De infarto. Se sufrió, pero al fin llegó la tercera: ¡Argentina, campeón del mundo! No le alcanzó a la excelente selección africana que juega con la playera de Francia. Por cierto, tras el enésimo escándalo por la apabullante derrota de los ratoncitos verdes (ahora en Qatar), el silencio y la ausencia de cambios brillan por su ausencia. Y así se mantendrá hasta el siguiente fracaso.