En un mundo que sólo respeta el éxito parecería que Lionel Messi estaba incompleto, como si toda una trayectoria de acumulación de triunfos y de traer de vuelta el placer y la belleza al juego fuera insignificante. Sin el campeonato mundial nada de eso parecía tener sentido para muchos, reflexiona Ángel Cappa, ex entrenador y agudo analista de futbol que comparte algunas observaciones con La Jornada.
“Aun sin el certamen, Messi ya estaba consagrado”, expresa todavía con la emoción fresca por la victoria. “Qatar sirve para disipar cualquier asomo de duda o, más bien, el debate sobre su verdadera dimensión”.
Cappa recuerda que de los otros consagrados, dos nunca ganaron un Mundial. Pelé y Maradona fueron campeones, pero no Johan Cruyff ni Alfredo di Stéfano.
“Cruyff perdió la final en 1974 y Di Stéfano ni siquiera jugó una Copa. Como vemos, entonces, eso se vuelve tan relativo”, señala.
Si ahora es comparable o no la figura de Messi con la de Maradona, le parece un ejercicio estéril y se pregunta si es posible llevar ese debate a la música y discutir si Beethoven se puede comparar con Mozart.
“Como en ese arte, lo mismo sucede con el futbol: te puede gustar uno u otro, pero eso no determina si alguno es mejor. Cada uno, tanto con los compositores como con estos futbolistas, reinventaron lo que imaginábamos antes de ellos”, comenta.
De lo que está convencido es que el triunfo de Argentina, así como el de Messi no van más allá del terreno de lo deportivo, porque el futbol en sí mismo es trascendente.
“El desempeño de Maradona y Messi nos han traído belleza. Por eso, lo que ha ocurrido es tan relevante como el cine, el teatro o la literatura, porque todas esas expresiones nos ayudan a mejorar como seres humanos”, plantea.
Basta ver el papel que cumple el balompié en la sociedad argentina y en otras como la brasileña y la uruguaya. En estos pueblos –relata– es un acto popular y cultural, por tanto, parte de la cotidianidad, y es un elemento importante en la construcción de la identidad.
“No es intrascendente ni tampoco puede pensarse como si fuera ‘el opio del pueblo’. Se convierte en esto cuando lo utiliza el capitalismo, pero jamás será insignificante si es la manifestación de una sociedad”.
En Qatar el futbol sí fue utilizado por el poder de las dinastías dominantes –asevera–, por el poder del dinero del petróleo y los intereses de los involucrados. Sin embargo, para otros –agrega– es un espacio colectivo y popular, un lugar donde se cristalizan los sueños de millones de seres humanos.