Lilia Heredia, nativa de Santiago Tepalcatlalpan, en la alcaldía Xochimilco, es una mujer que antaño entraba al cementerio de Xilotepec a recolectar cera, vasos de veladoras y semillas de flor de cempasúchil.
En una cazuela derretía los retales para elaborar velas a las que colocaba mechas de madera o de hilo y salía a venderlas en la misma comunidad.
Julia Rosas, oriunda del mismo poblado, cosechaba frutas y aguacates que llevaba a vender en canastos al centro de Coyoacán, sentada en la esquina de Cuauhtémoc y Allende, donde unos años después se establecería el popular café El Jarocho.
Años después logró hacerse de un local en el mercado de ese lugar; con el tiempo cambió el giro de frutas y verduras a comida preparada especializada en tostadas.
De ellas descienden, en tercera generación, las hermanas Hernández Heredia: Nayeli, Andrea y Diana, que siguen el andar de las abuelas: producir y vender. Empezaron con frutas secas y mudaron a la elaboración artesanal de velas aromáticas, que en esta época del año “huelen a Navidad”, con formas de flor de nochebuena, borreguito de la abundancia, árbol navideño, caja de regalo, galleta de jengibre, bastón de caramelo y su más reciente creación, un nacimiento en miniatura con María, José, los tres Reyes Magos y el niño en el pesebre.
“Huele a Navidad”, dijo a Diana una de sus clientas en una romería donde exhibía sus productos. “Huele a ponche de frutas”, describe al aspirar ella misma la vela con esencia de esa bebida tradicional de las posadas y de la Nochebuena.
Nayeli, cuenta Diana, inició el negocio con frutas deshidratadas que ofrecía a sus conocidos. Involucró a sus hermanas y para dar formalidad a la empresa se constituyó como la Cooperativa Familiar Grupo Heredia Frutas SC de CV, a la que sumó su mamá Lilia Heredia y su papá Félix Hernández.
Con la experiencia en el uso de la cera que aprendió de la abuela Lilia, quien ahora tiene 72 años, Nayeli comenzó a elaborar velas en 2018 con las mismas frutas deshidratadas que producía; tuvo éxito, por lo que se centró en su fabricación y adoptó el nombre de L’Saásil, velas aromáticas, que se traduce del maya como “la luz”, el cual es la denominación comercial para su empresa.
Con apoyo económico de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo adquirieron dos máquinas industriales, una para velas de “vaso limonero”, que es la más comercial, con la que produce en una hora 50 piezas, lo que antes les llevaba seis, además del ahorro de cera, desde un kilo por ese lote hasta 300 gramos.
“Las máquinas nos cambiaron la vida”, admite Diana, al permitirles dedicar más tiempo a la manufactura artesanal de velas.
Su producto más rentable son las velas hechas con forma de mascotas: perros schnauzer, bulterrier, bulldog francés y pug, así como gatos, que en romerías como la del Paseo de la Reforma –donde están desde el 9 de diciembre y permanecerán hasta el 6 de enero– causan sensación entre el turismo internacional, sobre todo japoneses, alemanes, chinos, franceses, españoles y de otras nacionalidades que se han llevado sus creaciones, mientras visitantes nacionales les han solicitado personalizar cada vela. “La gente se apasiona con sus mascotas y quieren que se parezcan a ellas, el color del pelaje y las manchas”, lo que a ella le parece divertido, aunque elaborarla le lleva hasta una hora.
En su taller ubicado en Camino Antiguo a Santiago Tepalcatlalpan, colonia Duraznotitla, las hermanas Hernández Heredia empezaron con cinco moldes y ahora tienen más de 150 diseños, algunos de temporada como cráneos, pan de difunto y flor de cempasúchil para la celebración del Día de Muertos, más de 50 fragancias, desde las más comunes de canela y manzana hasta exóticas como el cheesecake. “Tenemos un secreto para que la esencia dure más”, confiesa Diana, además de unos 30 colores diferentes.
La cooperativa da empleo por horas a una madre soltera, dos estudiantes, un mayordomo del pueblo y a una maestra, por lo que realizan talleres en los que han participado unas 30 mujeres, al menos cinco de ellas ya empezaron con sus negocios de velas aromáticas.