América Latina y el Caribe es la región del mundo en que hubo la mayor reducción de la esperanza de vida al nacer, a raíz de la pandemia. La pérdida promedio fue de 2.9 años en 2021, en comparación con 2019, y entre los países con las mayores mermas se ubicó México.
Ese desplome “se traduce en un retroceso de 18 años, ya que en 2003 se registró la esperanza de vida al nacer que se estimó para el año pasado”. Esta caída “constituye la mayor pérdida de años de vida observada en la historia reciente de la región”, y refleja el efecto total, directo e indirecto, del covid-19 en la mortalidad, es decir, no sólo las muertes por el contagio, sino también por otras causas derivadas de la pandemia.
En las proyecciones se perfila que la recuperación ya empezó este año, pero sólo se situará en los niveles prepandémicos hasta 2025, dependiendo del país.
El estudio Envejecimiento en América Latina y el Caribe, inclusión y derechos de las personas mayores, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), refiere que “seis de los 20 países del mundo con mayores pérdidas de esperanza de vida al nacer en 2020, en comparación con 2019, son de la región.
El primer lugar lo ocupó Ecuador, con una reducción de esperanza de vida de 5.1 años; México (-4.1), Bolivia (-3.4), Perú (-2.5), Nicaragua (-2.3) y Colombia (-2.0).
La esperanza de vida es un indicador clave del avance de los países, que capta la mortalidad en el curso de la vida e indica cuántos años viviría una persona, en promedio, dadas las condiciones de mortalidad observadas en su país y “está muy relacionado con el nivel y la distribución del desarrollo económico y social y con los factores ambientales”.
En América Latina y el Caribe se han registrado ganancias de supervivencia extremadamente rápidas, “la esperanza de vida al nacer aumentó de 48.6 años en 1950 a 75.1 años en 2019 para ambos sexos. Con la caída a causa del covid-19, llegó a 72.2 años en 2021, y a partir de este año volvió a aumentar hasta llegar a 73.8 años.
Las diferencias entre los países de la región en torno a la recuperación de ese indicador se deben a las desigualdades en el proceso de vacunación. “Se considera que la vacunación contra el covid-19 es una herramienta fundamental para controlar la crisis sanitaria, económica y social desencadenada por la pandemia. De acuerdo con datos al 31 de julio de 2022, en la región se ha logrado vacunar a 70 por ciento de la población con esquema completo y a 78.6 por ciento con esquema parcial”.