Tokio. El gobierno de Japón aprobó ayer una reforma radical de su doctrina de defensa con el objetivo de contrarrestar el poderío militar de China, percibido como un “desafío estratégico sin precedente” para la seguridad del archipiélago, una medida que Estados Unidos consideró que va a “fortalecer y modernizar” su alianza militar.
El gabinete aprobó un plan para aumentar al doble el gasto en defensa, hasta 2 por ciento del PIB de aquí a 2027, una reforma que representa el mayor refuerzo de su política militar en décadas. Además, Japón proyecta unificar la comandancia y aumentar el alcance de sus misiles.
El premier japonés, Fumio Kishida, afirmó estar “determinado a cumplir con su misión de proteger a la nación y sus habitantes en este momento crucial de la historia”.
Se trata de un giro de envergadura para un país cuya Constitución, pacifista, adoptada tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), le prohíbe dotarse de un ejército convencional.
Kishida aseguró que la estrategia militar va a continuar ciñéndose “al marco de su Constitución, del derecho internacional y de las leyes japonesas”. La nueva doctrina de defensa se basa en tres documentos que hacen referencia a China, Corea del Norte y Rusia, que la agencia noticiosa Afp consultó.
Estos informes utilizan un lenguaje más asertivo respecto de la nomenclatura usada en la anterior publicación sobre estrategia nacional de seguridad de 2013.
La postura castrense cada vez más contundente de China fue descrita como “una grave preocupación para Japón y para la comunidad internacional y un desafío estratégico sin precedente para la paz y la estabilidad japonesa”.
De este modo, el país se alineará con el compromiso adquirido por los países miembros de la Organización del Tratado Atlántico del Norte, aún sin formar parte de la alianza militar.
“El objetivo de Japón de incrementar significativamente la inversión en defensa (...) va a fortalecer y modernizar la alianza entre Estados Unidos y Japón”, expresó desde Washington el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan.
El jefe del Pentágono, Lloyd Austin, indicó que la medida revela “el firme compromiso de Tokio de defender el orden internacional basado en reglas y un Indo-Pacífico libre y abierto”.
Japón quiere dotarse de capacidad de “contrataque”, un concepto que hasta ahora se creía incompatible con la Constitución, pero que le permitiría actuar contra las amenazas de los países vecinos.
Los medios locales informaron recientemente que el país insular quiere adquirir 500 misiles crucero Tomahawk estadunidenses, incrementando así las diversidad actual de su arsenal. La presencia de fuerzas de autodefensa en las islas más meridionales de Japón, las más cercanas a Taiwán y a China, también aumentará. Por ejemplo, casi se triplicarán las unidades de intercepción de misiles balísticos, según los medios locales.
La preocupación de Tokio respecto a Pekín escaló en agosto después de que ésta realizó enormes maniobras militares alrededor de Taiwán, cuando algunos misiles cayeron en la zona marítima económica exclusiva japonesa.
La estrategia de seguridad nacional también hace referencia a los múltiples disparos de misiles efectuados por Corea del Norte y señala que esas acciones militares representan “una amenaza más inminente para Japón”.