La mejor estrategia para propiciar la restauración ambiental y la preservación de las barrancas de la Ciudad de México es mantenerlas abiertas y emprender proyectos ecoturísticos, recreativos y deportivos que reviertan la presión especulativa a la que están sometidas, afirmó Jorge Cervantes Borja, geógrafo y doctor en ciencias biológicas por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Al coordinar el estudio Proyecto de restauración ambiental sierra de Las Cruces. Hacia un modelo social incluyente, para el Consejo Económico, Social y Ambiental de la Ciudad de México, el investigador ubicó las barrancas Tarango y Tepecuache, de entre seis que fueron seleccionadas para el estudio, como las que deben ser recuperadas por su importancia.
En entrevista, el académico explicó que las barrancas aportan servicios ecosistémicos, como la retención de partículas suspendidas y la captura de bióxido de carbono, son reservorios para especies de flora y fauna silvestre y captan agua para la recarga de los mantos acuíferos.
Advirtió que el rescate ambiental de esas áreas será muy costoso, pero tan sólo por su importancia en la captación de agua lo justifica, de allí la relevancia de aplicar acciones que no sólo impliquen la inyección de recursos para su recuperación, sino que generen un valor productivo, con proyectos enfocados al turismo, como senderismo y paseos en bicicleta.
Comentó que en espacios en los que hay asentamientos con altos índices delictivos pueden generarse otros servicios adicionales, como actividades deportivas y recreativas que sirvan como un desfogue social, principalmente dirigidos a los jóvenes.
El rescate de presas es fundamental
Para el especialista, uno de los puntos centrales dentro de la restauración de las barrancas es la recuperación de la infraestructura hidráulica, “que se tiró a la basura al abandonarlas paulatinamente”. Refirió que a mediados del siglo pasado se utilizaban para prevenir inundaciones mediante un sistema de presas a las que no se les dio mantenimiento y que requieren ahora de saneamiento, suprimir las descargas de drenaje de los asentamientos y llevarlas a un sistema de tratamiento.
El estudio se entregará al consejo, que a su vez lo compartirá con las diferentes instancias del gobierno de la ciudad para planear las acciones de restauración adecuadas.