El 17 de febrero a las 21:14 horas, Flora Cobo se desangraba a los 26 años en la camilla de una ambulancia. Los paramédicos le preguntaban cosas para mantenerla despierta mientras suturaban su cuerpo. Le habían desgajado el hígado de un cuchillazo por una mala práctica médica en una clínica quirúrgica clandestina. Durante la agonía, Flora no tuvo fuerzas para revelar el nombre del responsable. Fue la vecina del barrio quien llamó a la ambulancia al encontrarla en medio de la calle y quien confirmó que la filosa navaja que cortó el vientre de Flora venía de una bodega que de un día para otro se convirtió en “clínica estética y quirúrgica”.
Flora Cobo amaba su cuerpo. Lo cuidaba mucho, pero quería hacerle un “ajustito”. Quería menos panza. Además, las minilipos son muy populares.
Ya sea a nivel personal o colectivo, todas las personas anhelamos y buscamos el bienestar. La demolición del sistema de salud pública ha tenido graves y profundos efectos secundarios para nuestros anhelos. Uno de ellos es la falsa idea de que la salud se pierde en cualquier instante y se puede recuperar fácilmente: la idea de que con una pastilla o con una cirugía se curará tu malestar o se sanará tu deficiencia. Este es quizás el efecto secundario más nocivo del desmantelamiento del sistema de salud pública: el engaño.
Flora Cobo es una de las múltiples víctimas de esta industria de clínicas estéticas y quirúrgicas clandestinas. Desde la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), nuestra Comisión de Operación Sanitaria ha clausurado más de 90 clínicas en este año. Estas clínicas no tienen permiso de funcionamiento, ni personal autorizado para operar, ni estándares de higiene en sus procesos. Son un riesgo inmediato a la salud de quien entra en ellas.
El neoliberalismo es macabro en este sentido: a la vez que ofrece “servicio de excelencia” a las poblaciones más ricas, mantiene a las poblaciones pobres en el “no hay servicio”. Es decir, por un lado engaña a los ricos sobre la “excelencia” para convertir a la salud en un privilegio.
Compruébalo. Para exprimir la salud se crearon cadenas hospitalarias privadas que brindan servicios de “excelencia”, y son atendidas por profesionales también de “excelencia”, pero sus servicios sólo pueden ser pagados por una minoría “favorecida”.
La injusticia de este planteamiento, es que las personas con posibilidad económica, deben pagar cantidades absurdas para sanarse; y las personas con aspiraciones económicas deben buscar alternativas clandestinas para mejorarse. ¿Dónde queda entonces el derecho a la salud?
Por ello, el Estado mexicano trabaja para que todas las personas tengan acceso a servicios de salud de calidad y, a través de la regulación, garantizar que todos estos servicios, públicos y privados, ofrezcan el estándar más alto merecido para nuestra población.
La Cofepris, junto con las autoridades de salud de los 32 estados, tiene bajo su responsabilidad la vigilancia, autorización, control y fomento sanitario en establecimientos de salud que ofrecen servicios estéticos, obstétricos y/o quirúrgicos.
Invitamos a la población a formar parte de la vigilancia activa denunciando los establecimientos que representen un riesgo sanitario al teléfono 800 033 5050. El Estado busca proteger a todas las personas en todo lugar y defenderlas de sistemas de explotación y abuso. La calidad, eficacia y seguridad en los servicios de salud no deben ser sinónimos de lujo, privilegio y capital.
* Titular de la Cofepris