En el contexto del envejecimiento poblacional acelerado que experimentan América Latina y el Caribe, es fundamental prevenir la discriminación y la violencia contra los adultos mayores.
Simone Cecchini, director del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), precisó que la región está “plagada de feminicidios, y también hay mujeres mayores que son víctimas” de ese delito. El Observatorio de Género de la Cepal reportó que 7 por ciento de los feminicidios entre 2019 y 2021 correspondieron a mujeres de 60 años o más.
Al participar en la quinta Conferencia Regional Intergubernamental sobre Envejecimiento y Derechos de las Personas Mayores, organizada por la Cepal y el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), destacó que los países de la región deben disponer de más instrumentos de medición de la discriminación y el maltrato a los adultos mayores y reconoció que algunos han creado o fortalecido instituciones para proporcionar protección y asistencia jurídica a población de este segmento de edad.
En algunas zonas “se han desarrollado estrategias y campañas dirigidas a promover los derechos humanos, visibilizar la importancia de erradicar la discriminación, procurar el reconocimiento y valoración de las personas adultas mayores”, así como “acabar con la discriminación por edad, valorar a las personas adultas mayores y su contribución a la sociedad, y liberarnos de los estereotipos y prejuicios”.
Jozef Maeriën, oficial a cargo del UNFPA para América Latina y el Caribe, llamó a no dejar atrás a los mayores de 60 años.
“Nuestra región se encuentra en un rápido cambio demográfico caracterizado por tasas de fecundidad cada vez más bajas y un envejecimiento poblacional acelerado. La sociedad y los gobiernos deben prepararse para enfrentar los desafíos que surgirán en ese escenario marcado por profundas desigualdades y limitados recursos fiscales”.
Aunque ese escenario poblacional representa un reto, no se debe olvidar que también “la baja fecundidad y el envejecimiento representan un logro, en parte alcanzado por el mayor control de las mujeres en sus opciones reproductivas y la mayor longevidad de la población”.
Ante esa realidad, es “fundamental que definamos una estrategia de resiliencia demográfica que incorpore en la planificación de la política pública para el envejecimiento las buenas prácticas de la región, la defensa de los derechos de las mujeres, las interseccionalidades, el envejecimiento saludable y la transformación de nuestros sistemas de cuidado”.