Riad. Con rostros pintados y lentes LED parpadeantes, jóvenes sauditas saltan al ritmo de Dish Dash, un dúo local de diyéis, cuyo ascenso refleja la emergente escena de la música electrónica en este conservador país del Golfo.
El salón en Riad está repleto de hombres y mujeres jóvenes, en su mayoría vestidos con suéteres, capuchas y jeans, y algunos con túnicas blancas y abayas.
Este sitio tiene poco en común con aquellos donde hace 15 años comenzó a presentarse Dish Dash, formado por los hermanos Abbas y Hassan Ghazzawi, oriundos de Yedá.
Entre sus primeras actuaciones había bodas segregadas por género en las que estaban aislados de las mujeres invitadas. “Nos encerraban en una habitación. Pasábamos cinco horas ahí y tocábamos para la pared”, recuerda Hassan entre risas.
“La única forma de saber si la gente lo disfrutaba era cuando escuchábamos gritos”, agrega.
Sin embargo, en la rápida transformación de Arabia Saudita, la escena musical se está modernizando y emerge como escala obligatoria para estrellas mundiales del pop, como Justin Bieber, Usher y Mariah Carey.
En el reciente festival MDLBEAST Soundstorm, los organizadores indicaron que más de 600 mil celebraron en los sets de artistas como Bruno Mars y DJ Khaled.
Estas actividades han ayudado a promover reformas impulsadas por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, quien ha flexibilizado reglas que impedían los cines y conciertos mixtos, aunque intensificó la represión contra la disidencia política.
La dupla saudita comentó a Afp en Soundstorm que están entusiasmados con los avances logrados hasta ahora, con nuevos sellos discográficos, estudios y sitios para presentaciones.
“La gente antes nos decía ‘hombre, estás perdiendo tu tiempo. No estás haciendo nada’”, recordó Hassan. “Ahora nos llaman para que los incluyamos en la lista de invitados”.
Dentista puede vivir de las fiestas
Nouf Sufyani, una diyéi conocida como Cosmicat, dice que comenzó a tomar en serio su nueva carrera después del primer Soundstorm, en 2019.
Antes de eso ejercía como dentista y ocasionalmente hacía de diyéi, pero la motivación la llevó a convertir su carrera.
“Puedo vivir ciento por ciento de la música. Esto debería motivar a cualquiera que quiera hacerlo y tiene talento pero tiene dudas”, asegura.
Estas historias son cada vez más comunes en un país con una población de 34 millones, muchos de ellos jóvenes, según Talal Albahiti, jefe de operaciones de MDLBEAST.
“Este es el nuevo boom, con todos estos creativos y lo que aportan. Creo que la próxima gran superestrella vendrá de esta región”, afirmó.
No obstante, persisten los desafíos, en particular el desarrollo de estudios de grabación para todos los géneros musicales, y no sólo para la música clásica árabe, señaló Albahiti.
La elaboración de reglas que rigen los derechos, licencias y regalías en la música está “aún en su infancia”, comentó.
Además, la prohibición del alcohol en Arabia Saudita podría frenar el surgimiento de una escena de clubes capaz de apoyar a los artistas más allá de los festivales esporádicos.
Pero Hassan, de Dish Dash, confía en que tal escenario será el “próximo paso”.
Los cambios hasta ahora han captado la atención de artistas en otros países de la región, incluso en un mercado más grande, como Egipto.
Disco Misr, un trío de diyéis egipcios, conocidos por sus mezclas de clásicos del pop árabe, tocó por primera vez en Arabia Saudita en 2019 y regresó en septiembre para el festival de Azimuth en la ciudad norteña de Al Ula.
Esa actividad congregó a unas mil personas en un escenario en pleno desierto para dos noches de música hasta el amanecer.
“Sus pasos pequeños no sorprenden. Ni diría que son pasos pequeños, es enorme”, comentó Schady Wasfy, de Disco Misr, sobre ese festival de música electrónica.
“No lo puedo comparar con nada de lo que ocurre en la región árabe. Estoy sorprendido. Espero ver más.”