Londres. Trabajadores ferroviarios en Gran Bretaña estallaron ayer una huelga en todo el país, en un mes que se espera esté marcado por paros de trabajadores de servicios públicos que exigen aumentos salariales ante una inflación disparada que erosiona el nivel de vida de los ciudadanos.
El Sindicato de Transporte Marítimo y de Ferrocarril convocó a dos paros de 48 horas esta semana que cancelaron la mayoría de los servicios ayer y hoy, y de nuevo el viernes y el sábado. Las huelgas se anunciaron después del rechazo de los sindicatos a la última oferta de condiciones laborales y salariales de Network Rail, que gestiona la red ferroviaria, y 14 empresas operadoras de trenes.
Enfermeras, guardias fronterizos y conductores de ambulancias estaban entre otros trabajadores que preparaban huelgas este mes, lo que obligó al gobierno a plantear una movilización del ejército para operar servicios públicos esenciales este invierno. Las huelgas también amenazaban con complicar la actividad en comercios, hoteles y restaurantes que dependen de la temporada navideña para redondear sus ingresos del año.
Las disputas laborales han aumentado en los últimos meses, después de que el alza en alimentos y energía llevaron la inflación a 11.1 por ciento, récord de 41 años, y los empleadores no siguieron el ritmo del creciente costo de la vida. En octubre se perdieron unos 417 mil días de trabajo por huelgas, la cifra más alta en una década.
El líder del sindicato de transportes Mick Lynch insistió en que sus miembros cuentan con el apoyo del público y culpó al gobierno por el estancamiento de las negociaciones.
“No tengo intención de arruinar la Navidad de la gente”, declaró a la televisora británica ITV. “El gobierno ha provocado estas huelgas al impedir que las empresas hagan propuestas adecuadas”.
Además del aumento de sueldo, el sindicato se opone a propuestas que, afirma, provocarán pérdidas de empleos, obligarán a los empleados a trabajar más noches y fines de semana y comprometerán la seguridad de la red ferroviaria.
Las empresas ferroviarias y el gobierno dicen que deben cambiar la forma en la que funciona la red para controlar los gastos, después de que la pandemia redujo el tráfico de pasajeros.