Marruecos, un país agobiado por sus problemas económicos, entró en la historia de las Copas del Mundo con otra noche inolvidable en el desierto catarí. Políticos, trabajadores y empresarios olvidaron por un momento sus diferencias en Doha para mostrar con orgullo la camiseta de los Leones del Atlas, cuya inquebrantable confianza abrió otra fisura en la mesa de los favoritos a ganar el tor-neo al ser el primer equipo africano en alcanzar las semifinales, luego de eliminar (1-0) a la Portugal de Cristiano Ronaldo.
Sin imposibles
A través del futbol, los marroquíes han demostrado a los más de 37 millones de habitantes asentados en su territorio que pueden jugar contra las grandes potencias. Sus triunfos ante España, en octavos, y ayer frente a los portugueses en el estadio Al-Thumama, escenario de la muy probable última función internacional de CR7, lo comprueban. Ahora, sin que nada les parezca imposible, enfrentarán el miércoles a la vigente campeona Francia por el pase a la final.
El gol de Youssef En-Nesyri a los 42 minutos, en una jugada que definió de cabeza tras suspenderse en el aire, quebró definitivamente la barrera en que se estrellaron otras selecciones de África. Camerún (1990), Senegal (2002) y Ghana (2010) tocaron la puerta en los octavos de final, pero no pudieron llegar más lejos, pues las semifinales parecían casi exclusivas de equipos de Europa y Sudamérica.
Dirigidos por el franco-marroquí Walid Regragui, los Leones del Atlas avanzaron con un plantel que incluye a 14 jugadores nacidos fuera de sus fronteras. Desde su primer partido en Qatar, sólo permitieron un gol ante Canadá (en propia puerta) y maniataron a un combinado luso que venía de vapulear 6-1 a Suiza en la ronda previa.
Más admirable aún es que los marroquíes mantuvieron el temple pese a sufrir las bajas por lesión de tres de sus titulares en la retaguardia. Ayer saltaron a la cancha sin el lateral derecho Noussair Mazraoui y el central Nayef Aguerd. Además, el capitán Romain Saiss tuvo que ser sacado en camilla, poco antes de cumplirse la hora del partido.
En un estadio repleto de hinchas norafricanos, el trámite de la serie estuvo marcado por los contragolpes. De un centro desde la izquierda, En-Nesyri se elevó entre el arquero Diogo Costa y Ruben Dias para rematar a placer dentro del área. El estallido del gol fue la esperanza de una multitud que los alentó en cada jugada y no dejó de aturdir al enemigo.
Por segundo encuentro consecutivo en el quinto Mundial de su carrera, Cristiano Ronaldo fue relegado a la banca de suplentes por decisión del técnico Fernando Santos. Ingresó a los 51 minutos por Ruben Neves, pero, con 37 años de edad y en franco declive, aca-bó de rodillas al poner fin a su recorrido en el torneo sin poder ser campeón o siquiera disputar la final de la cita cumbre del futbol
No fue sino hasta los minutos de descuento cuando Cristiano encontró un espacio tras recibir un pase en profundidad, aunque el arquero Yassine Bounou, consagrado bajo los tres postes, supo detener su remate. Tras el silbatazo final, el portugués caminó directamente hacia el vestidor y se le vio llorando. Algunos jugadores marroquíes trataron de consolarlo, despidiéndose así de uno de los grandes exponentes del balompié mientras se internaban en un terreno desconocido con otro triunfo monumental.