Aunque forma parte del nacionalismo mexicano y, en su época, su obra tuvo cierto éxito en Europa, aún falta mucho por descubrir y conocer del compositor, pianista y maestro de piano Antonio Gomezanda (1895-1961), quien “permanece un tanto en el olvido porque su música no estaba dentro de la línea oficial”.
Así lo destaca el director de orquesta e investigador Ludwig Carrasco, quien hace unos días hizo el estreno mundial de dos de las tres Sinfonías breves mexicanas de aquel autor jalisciense al frente de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM), como director huésped, en la sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli.
En el programa también figuró la primera de esas sinfonías, la cual fue estrenada en 1956 por la entonces Orquesta de la Universidad y que, hasta donde se sabe, nunca más se había vuelto a tocar.
La existencia de ese trío de obras, compuestas en 1947, era desconocida hasta hace un par de años, cuando Ludwig Carrasco encontró de manera fortuita los manuscritos en la Colección Gomezanda, alojada en la Universidad Northwestern en Evanston, Illinois, Estados Unidos.
“Hasta donde sabemos, esas son las únicas sinfonías compuestas por el maestro. En su archivo hay música sinfónica y de ballet, así como una ópera, que también estoy en el proceso ya de preparar una edición. Es una obra muy peculiar desde el título, Ópera ranchera; se hizo película, Fantasía ranchera, y en el elenco participaron Pedro Vargas y Ricardo Montalbán. Nunca se ha representado como ópera en sí, con lo cual este trabajo va a llevar mucho tiempo; espero que para el verano próximo la tengamos lista.”
Tres postales musicales
Según el también violinista, quien luego de tres años acaba de concluir su gestión al frente de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes (OCBA) para hacerse cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), tales sinfonías pueden ser descritas como “tres pequeñas postales musicales sobre lo que el autor piensa a qué suena México”. Todas tienen tres movimientos y su duración oscila entre los tres y cinco y medio minutos.
“Las tres tienen títulos relacionados con algún aspecto del nacionalismo mexicano, pero un nacionalismo distinto al que conocemos de Carlos Chávez o de Silvestre Revueltas; es uno más cercano a Manuel M. Ponce, por ejemplo, donde incorpora melodías tradicionales”, explica.
“El maestro Gomezanda incorpora las melodías, aunque no del todo, las va variando de aspecto, les da un giro melódico que las hace sonar distintas, pero reconocibles para el público. El tipo de escritura recuerda también a la música tradicional; por ejemplo, el primer movimiento de la primera sinfonía se llama Allegro indígena; creo que es la única vez que aparece en la música mexicana esa indicación.”