Chilpancingo, Gro. Un “Diálogo por la Verdad”, entendido por las víctimas de la guerra sucia que se mantuvo desde 1965 hasta 1990 como “el ‘último jalón” para terminar con la impunidad que hasta ahora ha protegido a los perpetradores de masacres, desapariciones, arrasamiento de pueblos enteros, asesinatos, torturas y encarcelamientos clandestinos arrancó este viernes en esta ciudad.
Reunidos por los integrantes de la Comisión de la Verdad federal y su Mecanismo de Esclarecimiento Histórico, en un auditorio repleto de gente que llegó de la Sierra, las Costas Grande y Chica, Tierra Caliente y las orillas de Acapulco, se escucharon de viva voz, uno tras otro, con la elocuencia característica de los luchadores guerrerenses, pasajes de la violenta historia política del estado de los últimos 50 años.
Algunos fueron narrados en público por primera vez, como los testimonios de los campesinos de Tlacalixtlahuaca, municipio de San Luis Acatlán, que fue duramente golpeada por el ejército en castigo por haberle dado “alojo y cobijo” en una ocasión al jefe guerrillero Genaro Vázquez Rojas. “Solo recordar duele”, expresó Victoriano Villegas, ya muy mayor, al relatar las historias que vivió a los 15 años, cuando los soldados obligaban a los campesinos a cavar sus fosas antes de ejecutarlos; cuando dejaban a la gente colgada de de los árboles durante días, cuando “nadie era libre”, bajo el sitio militar.
Otros testimonios son más conocidos, como los de los hermanos de Lucio Cabañas, Guillermina y Pablo. Ella se unió al Partido de los Pobres y tomó las armas cuando la represión la acorraló. Para entonces ya habían sido secuestrados un hermano mayor y varios sobrinos. Los mandos militares se ensañaron contra la familia hasta que fue dispersada en su totalidad.
Pablo, maestro normalista como el líder guerrillero, nunca participó en la lucha armada pero igual fue detenido frente a sus alumnos de quinto de primaria en una escuela de Huatabampo, Sonora. Fue torturado directamente por Miguel Nazar Haro de la Dirección Federal de Seguridad. Después de seis años de prisión por el único delito de ser hermano del profesor Lucio Cabañas, “perdí mujer, casa, trabajo y libertad”. Hoy pide una justicia demorada medio siglo. “Lo único que espero es que la reparación del daño me alcance para pagar mi velorio”, dice este hombre que, muy lejos de estar vencido, lucha por sobrevivir alquilándose para cantar en fiestas bajo su nombre artístico, “el Otro Cabañas”.
Abel Barrera, uno de los comisionados del órgano que depende de la oficina del subsecretario de gobernación Alejandro Encinas, reflexionó sobre estos testimonios indicando que “la reivindicación de figuras como Cabañas y Vazquez Rojas y muchos otros que se levantaron en armas es parte del ejercicio de verdad memoria”.
Director de Tlachinollan, una de las organizaciones de defensa de derechos humanos más destacadas del país, Barrera explicó que esta primera sesión de “Diálogos por la Verdad” es parte de un proceso institucional que deberá concluir con una audiencia formal. “El objetivo es poner en el centro a las víctimas a través de la escucha de los testimonios de sobrevivientes y familiares de víctimas”.
Después de estudiar las experiencias de audiencias públicas de varios países como paso fundamental de la justicia transicional, la Comisión de la Verdad concluyó que el modelo que quizá sería mejor ejemplo para el caso de la guerra sucia de Mexico es el Colombiano, que realizó durante años antes de la firma del acuerdo de paz audiencias divididas por temáticas, etnias y regiones. El problema que enfrenta la comisión mexicana es la falta de recursos y tiempo, por lo que se adoptó esta modalidad de Diálogos. La de Chilpancingo es la primera experiencia de este proceso. Próximamente se realizará otro en Atoyac de Álvarez. Y se replicará en otros estados donde hay núcleos importantes de víctimas y sobrevivientes. Todo esto forjando el camino hacia una gran audiencia nacional.
Nicomedes Fuentes, otro preso político en dos ocasiones, sobreviviente de tortura, originario de Tepetixtla, que trabajó en la recopilación de testimonios de la Comisión de la Verdad de Guerrero junto con la abogada Pilar Noriega, señaló: “Esperemos que este sea el último jalón para terminar con la impunidad. Ya somos grandes y nos estamos yendo. Por eso damos nuestro testimonio. Esto tiene que quedar para la historia”.