Horas antes de que enviara a San Lázaro la iniciativa de reforma a las leyes secundarias en materia electoral, conocida como plan B, el presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció que la propuesta “está muy acotada”.
Consultado en su conferencia del martes, el mandatario subrayó que al no tratarse de una reforma constitucional “son muy pocos los márgenes” para proponer cambios.
Reconoció que sin la votación calificada en la Cámara de Diputados no podría pasar su propuesta de reforma constitucional, pero “no quiere decir que haya que arriar bandera, ya vendrán otros tiempos, cuando se tenga mayoría”.
Calificó a las reacciones de los opositores a la reforma como una “tomadura de pelo colectiva” y llamó a no dejarse engañar.
“Va a pasar el tiempo y se darán cuenta los que pusieron su cartel ‘El INE no se toca’. Y es lamentable, porque hay gente que sí, aunque parezca increíble, están a favor de que se les pague 200, 300 mil pesos a los consejeros; pero hay otros que no saben, que esto es lo que se quiere evitar”, sostuvo el mandatario.
Argumentó que la mayoría de la población apoyaría la reforma si conociera su objetivo, “porque ni modo que no quieran que cuesten menos las elecciones y que quieran que México siga siendo el país que más gasta en organizar elecciones. Eso no lo saben. Tampoco que ya no van a haber 500, sino 300 diputados”.
También se desconoce que serán los ciudadanos los que elijan a los consejeros electorales y a los magistrados del Tribunal Electoral, agregó, en una glosa de su propuesta.
El Presidente mostró un video en el que uno de los asistentes a la marcha del 13 de noviembre, en contra de la propuesta, pide que el INE se mantenga tal y como está.
López Obrador consideró que a esa marcha acudieron personas “bien intencionadas”, pero les “metieron en la cabeza” que el padrón lo va a manejar el gobierno, que será el presidente de la República quien nombre a los consejeros del INE, o que con ello busca la relección. “Una gran mentira”, expresó.
Lo definió como un problema de falta de información o de ignorancia supina, “porque, aunque yo quisiera relegirme –que no sólo no quiero, sino iría en contra de mis principios, de mis ideales, de mi honestidad, que es lo que estimo más importante en la vida–, no podría yo hacerlo, porque se necesita una reforma constitucional. Pero está delicada la situación de la desinformación”.