Según Luis Pescetti, uno de los artistas referenciales en el ámbito de la cultura infantil de América Latina, “la imaginación está sobrevalorada” y el oído es uno de los principales medios para llegar y contactar con los niños.
El escritor, actor, compositor y cantante argentino ofreció este viernes en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) una charla dirigida a promotores culturales, docentes, creadores, talleristas y artistas que trabajan con las infancias en México, organizada por el programa Alas y Raíces de la Secretaría de Cultura federal.
Entre otros aspectos, resaltó la importancia del trabajo en comunidad y atender aquellos sectores con menos oportunidad de acceder al arte y la cultura. Aseguró que, en su caso, fue una experiencia determinante para encontrar su voz y su estilo.
“Cuando empecé como artista, lo hice porque quería ser muy conocido. Llegué a México con esa aspiración, quería teatros y ser famoso, pero no me conocían. Fui seleccionado en el programa Alas y Raíces y, en lugar de teatros, durante cuatro años tuve presentaciones en colonias populares”, narró.
“Como me di cuenta de que eso no me llevaría a la fama, comencé entonces a divertirme. Todo era informal e interactuaba y bromeaba con el público, lo cual es un lujo. Después de cuatro años, tenía montado un espectáculo que funcionaba como reloj, el del Vampiro negro. Ahora veo que si hubiera tenido teatros y fama temprana, jamás habría encontrado mi voz. Es una fortuna ir a comunidades, pero hay que hacerlo bien preparados.”
Un niño es un inmigrante
Entrevistado por Guillermina Pérez Suárez, coordinadora nacional de Alas y Raíces, Luis Pescetti contó que su incursión en el ámbito de la cultura y el arte infantiles fue inesperada. “Me invitaron, no sabía que tenía esa vocación, pero necesitaba trabajo”, bromeó y aseguró que para él ha representado una oportunidad de ofrecer ayuda, ya que “un niño es un inmigrante en el tiempo, un inmigrante en un lugar donde los adultos son los ciudadanos del presente”.
Compartió algunos de sus secretos para contactar con ellos y entrar a su mundo. Lo primero, dijo, es que a uno le debe gustar estar con niños y trabajar con y para ellos, a lo que se suma la necesidad de desarmar la posición de autoridad como adulto, sin que ello implique faltarse el respeto o autobufonarse. “Ningún niño respeta a un adulto que no se respeta a sí mismo y es malo en su oficio”.
Además de presentar su libro más reciente, Mío y no mío (Ediciones Akal), el cantautor sudamericano habló también de la importancia del arte para la educación, y sostuvo que es el único recurso que permite adentrarse y referirse a todos esos misterios de la vida que quedan fuera de nuestro alcance.
Durante la hora y media de su charla, Luis Pescetti cantó además un par de sus temas, bromeó con el público de manera constante y respondió algunas de sus preguntas. Para despedirse, consideró que “el mayor problema que tuvo la educación en la pandemia fue querer seguir siendo una escuela normal”.