El magisterio guerrerense sabe que la paciencia tiene un límite. Y su tolerancia se agotó. El próximo 2 de diciembre se cumple un año de que presentaron su pliego petitorio de 40 puntos a la gobernadora Evelyn Salgado. Pero, a pesar de las promesas de la mandataria, sus demandas no se han solucionado. Por eso, el pasado 14 de noviembre, unos mil maestros, muchos de la Montaña, salieron en caravana desde Chilpancingo hacia el Zócalo de la Ciudad de México.
Recorrieron 274 kilómetros durante nueve días. Por donde pasaron recibieron solidaridad de los pobladores. Ahora, a diferencia de 1989, cuando fueron frenados en Taxqueña con argucias, llegaron hasta el centro de la capital. Allí levantaron un campamento que dura ya ocho días.
La lucha de los profesores está encabezada por la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (Ceteg), que se fundó en 1989, al calor de la Primavera magisterial de ese año. Fue la culminación de muchos esfuerzos de los maestros democráticos de la entidad para alcanzar la unidad contra los dirigentes sindicales espurios.
La lucha del movimiento de los trabajadores de la educación sureños está estrechamente ligada al trabajo organizativo y de concientización que comenzó el profesor Othón Salazar. Él fue, hasta su muerte en 2008, un baluarte en la dignificación del magisterio.
La protesta de los docentes montañeros en Tlapa de noviembre de 1979, salvajemente reprimida por el gobernador Rubén Figueroa, fue clave en la formación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Aunque la policía tomó la ciudad con caballos y perros, no pudo doblegar a los mentores.
La disidencia magisterial en aquellos años se agrupó en el Consejo Central de Lucha. Esa organización estuvo en el centro de las sucesivas oleadas que sacudieron el sistema educativo nacional hasta los paros cívicos nacional de 1983 y 1984. Años después, ya convertida en Ceteg, jugó un papel clave en el paro nacional de 1989, que derrocó al cacique Carlos Jonguitud Barrios. Con enérgicos bloqueos de la Autopista del Sol, que comunica Acapulco con la Ciudad de México, fue la punta de lanza en las jornadas vertebradas por la CNTE contra la reforma educativa de Peña Nieto.
Integrantes de la Ceteg han sido víctimas de la contrainsurgencia. El maestro Magnecio Abad Zeferino y su hijo fueron secuestrados y torturados por el Ejército en noviembre de 1996. A otros (como el profesor Luis Gonzaga), los amenazaron de muerte. La lista de los docentes democráticos perseguidos y reprimidos es interminable. El maestro Claudio Castillo fue asesinado por la policía en marzo de 2015 ( https://bit.ly/3F9tiHs ).
El actual plantón del magisterio guerrrense en el Zócalo abreva de esa historia profunda. Los profesores marchistas tienen el mismo temple, terquedad y convicción de quienes les antecedieron en el camino.
Las mesas de trabajo con la Secretaría de Educación del estado, acordadas tras el primer encuentro con la gobernadora hace casi un año, fueron un fracaso. La Ceteg se movilizó y logró instalar una mesa de negociación, ahora nacional y tripartita, en la que, teóricamente, se solucionaron peticiones relacionadas con la retabulación de salarios de las claves bajas, las pruebas de acceso a la educación y la problemática de educación indígena. Sin embargo, las autoridades del estado no enviaron a las instancias federales la documentación completa del personal docente y el proceso abortó.
En el marco de la visita del presidente López Obrador a la entidad, el dirigente de la Ceteg, el maestro Héctor Torres Solano, entregó la solicitud de restablecer la mesa de diálogo nacional con la CNTE, suspendida hace dos años. En la última gira del mandatario en Guerrero, Torres logró hablar con él. El jefe del Ejecutivo dejó abierta la posibilidad de volverse a reunir con la Coordinadora.
El reloj siguió su marcha y las demandas, sin respuesta. En el marco del primer Informe de la gobernadora, los profes decidieron presentar un contrainforme y marchar. La respuesta oficial: grupos de choque para confrontarlos. Los maestros tomaron la Autopista del Sol. Escalando el conflicto, Francisco Rodríguez Cisneros, director de Gobernación, azuzó a transportistas contra los maestros.
Sin respuestas en el plano local, los maestros acordaron marchar hacia la Ciudad de México. Para frenar la caravana, el 27 de octubre, Evelyn Salgado los recibió. Allí le plantearon dos temas medulares: el de la Subsecretaría de Educación de los Pueblos Originarios de Guerrero y el Plan de Previsión Social. Acordaron establecer mesas de trabajo en palacio de gobierno el 11 de noviembre. Pero la mandataria incumplió nuevamente su ofrecimiento. Así que, tres días después, los mentores se trasladaron al centro del país.
Cansados de la simulación y el engaño, los integrantes de la Ceteg corean: “¡Mentira, no es cierto, nada está resuelto!” Demandan, además de asuntos estatales, que se reinstale la mesa de trabajo del Presidente con la CNTE. Exigen que se abrogue la reforma educativa y sus leyes secundarias, así como el pernicioso sistema para la carrera de las maestras y maestros (Sicamm), que ha dejado 168 despidos y cientos de incidencias. Quieren que se cancele el pago de pensiones en UMA y las cuentas individuales que se reformaron con la Ley del Issste de 2007.
Aunque se diga que no hay paros ni movilizaciones, a pesar de las chicanadas y el desdén con el que han sido tratados, los maestros democráticos guerrerenses mantienen su plantón en la Ciudad de México. Es hora ya, de que se les abran las puertas de la negociación.
Twitter: @lhan55