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2022-11-29 06:00

Tumbando caña

Afuera de la Casa de América, seguidores de Milanés tocan la carroza fúnebre del cantautor.
Afuera de la Casa de América, seguidores de Milanés tocan la carroza fúnebre del cantautor. Foto Ap
Periódico La Jornada
martes 29 de noviembre de 2022 , p. 16a

En febrero de 2021, a los 78 años y pese a la fragilidad de su salud, Pablo Milanés emprendió una nueva gira musical que, iniciada en España, tocaría tierras americanas. Días de luz se llamó la puesta en escena, en la que ventilaría viejo y nuevo repertorio con formato íntimo formado tan solo por los instrumentistas Miguel Núñez, en los teclados, y Cary Varona, en el chelo, además de él mismo a la guitarra.

Mucho se especuló en redes sociales y medios de comunicación sobre la realización del tour; no se creía factible, debido a las noticias de sus constantes intervenciones médicas. Pero el trovador lo daba por cierto y manifestaba su entusiasmo por llevarlo a cabo.

“A pesar de mis 27 operaciones, salir a cantar es mi vida”, nos dijo en entrevista telefónica desde Madrid. “Salir a escena y cantar es lo que me da emoción. Me da ganas de vivir. Contemplar la magia que se vive cuando empiezo a cantar es inenarrable. Si me preguntaras cómo quiero morir, te diría que sobre un escenario”.

Su motivación estaba marcada por la “magia de la comunicación”, poder tocar con palabras y música. Pese a todo, su voz mantenía la calidez de siempre, la elegancia en el fraseo, los matices que han fascinado a millones de seguidores en todo el mundo.

“La música es todo para mí, la mejor forma que encuentro para expresarme, la mejor manera de sentir e incluso de pensar”, nos decía. “Creo que los músicos contamos con otro lenguaje muy especial, que nos permite comunicar. Eso es algo único”.

Algunos de sus críticos parecían ignorar lo fundamental: el vínculo de Pablo Milanés con su público, algo que va más allá de afinidades generacionales o, incluso, de posicionamientos políticos. En esto último, él fue, durante las últimas décadas, una de las figuras de la cultura cubana más críticas con el sistema político de su país, y pese a que ciertas autoridades de la isla no veían con agrado sus diatribas, se le respetaba.

“Yo tuve la convicción de que definitivamente el sistema cubano había fracasado y lo denuncié”, declaró cuando se dieron las protestas antigubernamentales del 11 de julio de 2021, las mayores en décadas.

“Hace años que no hablo de política ni con mis amigos”, nos decía en la entrevista el compositor y evitaba a todas luces dejar escapar frase alguna sobre su relación con Silvio Rodríguez, con quien mantenía distancia por diferencia de posturas.

“Los que cambian son los gobiernos, los que hacen política, pero el ser revolucionario, la búsqueda de la justicia, de los principios humanistas, no tiene que ver con la política”, argumentaba al tiempo de manifestar una suerte de cansancio por ser el “único con el valor” para hablar de “todo lo que hay que criticar”, de la situación que se vive en Cuba: “Ha llegado el momento de que hablen los otros, no me voy a convertir en el vocero de los que no se atreven”, dijo en esa ocasión.

Entre las últimas presentaciones de Milanés como protagonista en la isla figura la del junio pasado.

La Habana acogió su última actuación en su patria, y fue todo un acontecimiento. Los boletos para el primer escenario propuesto, el Teatro Nacional, se agotaron en breve y la protesta de sus seguidores, subida como marea en las redes sociales, se saldó con el traslado del concierto al Coliseo de la Ciudad Deportiva, con una capacidad cuatro veces superior a la original.

El público cubano vio entonces a Milanés llegar al escenario en silla de ruedas, imagen que para muchos resultó un presagio de que se habían agudizado los problemas de salud que arrastraba por décadas.

Esta visita a La Habana también significó rencontrase con su familia en la isla, cinco meses después de la inesperada muerte de su hija Suylén a causa de un accidente cerebrovascular al inicio de 2022.

Pablo Milanés, quien falleció el pasado 22 de noviembre, residió desde 2014 en Vigo, España, junto a su última esposa y mánager, la historiadora gallega Nancy Pérez, con quien tuvo dos hijos.

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