Al presidente Andrés Manuel López Obrador le tomó cinco horas con 35 minutos caminar los 3.9 kilómetros que separan el Ángel de la Independencia del Zócalo capitalino. La marcha lenta se debió a la alta afluencia que se registró en la movilización convocada por el propio mandatario, por lo cual el Paseo de la Reforma y todas las calles aledañas al primer cuadro de la ciudad lucieron repletas.
En el cuarto aniversario del inicio de su gobierno, el tabasqueño llegó puntual a la cita y desde ese momento comenzaron las complicaciones para avanzar, por miles de personas que de manera incesante buscaron acercarse al Presidente a como diera lugar. La escena se repitió a cada paso que daba: unos buscaban tomarle una fotografía con su celular, otros llevaban documentos con la intención de entregárselos en mano, otros simplemente querían verlo de cerca.
Decenas de gobernadores, legisladores y los integrantes de su gabinete se apresuraron a buscar un lugar cerca de él.
Entre los primeros que llegaron se encontraban la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum; el titular de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, y el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. El canciller y la mandataria presumieron en Twitter el encuentro de los tres aspirantes a la Presidencia, pero después tomaron distancia entre sí.
Sheinbaum y López Hernández siguieron al jefe del Ejecutivo federal, pero por momentos el gentío los separó.
Ebrard fue el que, de los tres, tomó la delantera en el recorrido por varios metros. También fue uno de los que más identificó la gente gracias a su estatura, lo cual generó porras y muestras de respaldo, pero su evidente presencia también le provocó un revés. En videos que circularon en redes sociales fue captado el momento en el que se percibe cuando le avientan algo.
Descarta el auto
La multitud también provocó que fuera difícil identificar al resto de los morenistas que acompañaron a López Obrador. Los empujones constantes, provocados por el esfuerzo por verlo, hicieron que la mayoría de los funcionarios desistieran de seguirlo y prefirieron continuar por otras vías y esperarlo en el Zócalo.
Después de tres horas de caminata y con apenas la mitad del recorrido cubierto, en el cruce de Reforma con la calle de París, frente al Senado de la República, su equipo dispuso los dos Jetta blancos que usualmente usa el Presidente en la ciudad, para que dejara el mar de personas y agilizara su llegada al Centro Histórico. Decidió no subir y continuó su trayecto a pie por otras dos horas y media.
El paso se complicó aún más después de pasar el Palacio de Bellas Artes y entrar por el andador Madero, que ayer parecía más concurrido de lo habitual.
A las 14:45 horas López Obrador llegó a la periferia del Zócalo, pero le llevó más de media hora continuar el último tramo. Hasta el secretario de Gobernación pidió con insistencia en ese punto abrirle camino. Se colocó a espaldas del mandatario para tratar de cerrar el cerco que intentaron hacer los integrantes de la Ayudantía, con el propósito de aminorar las complicaciones de la marcha.
Visiblemente cansado, López Obrador llegó al templete frente a un Zócalo que ya estaba lleno, pese a que la retaguardia de la columna aún avanzaba en ese momento por Bucareli.
Miles de personas prefirieron ya no ingresar al Zócalo y ver el discurso en alguna de las pantallas colocadas para el Mundial de futbol, en las que en vez de los juegos se transmitió el mensaje.