Al norte de Italia, entre las regiones de Véneto y Trentino-Alto Adigio, está una cadena montañosa cuyo nombre se pronuncia prácticamente de la misma manera en todas las lenguas: las Dolomitas, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2009.
El nombre tiene su origen en el apellido del geólogo francés Déodat Gratet de Dolomieu, quien al investigar su composición en 1791 definió la particularidad de la hoy denominada roca dolomia. A esta parte de los Alpes italianos solían llamarla monti pallidi, es decir, montes pálidos.
El significado y simbolismo detrás de la montaña va más allá de un mero fenómeno geológico, pues el concepto de nación trajo consigo una especie de politización. Las fronteras comenzaron a definirse partiendo de ella y adquirieron una especie de sentido de identidad nacional, símbolo de fuerza y del triunfo del hombre.
Movimientos políticos empezaron a adquirir una especie de religiosidad y la montaña se definió sagrada para propósitos nacionales; por ella se lucha, se alzan banderas, se clama victoria. El poder también es simbolizado en la cumbre. La montaña es patria, dominio, frontera heroísmo, poder, victoria, expresión de libertad y amor a la vida.
La región de las Dolomitas es una atractiva zona turística que comprende diversos parques naturales, cerca de 30 pasos de montaña y estaciones de esquí. El senderismo se practica con una excelente infraestructura que combina el acceso a áreas que permiten disfrutar de las maravillas de la naturaleza.
Además de ser una fuente de explotación natural, el senderismo de montaña se comenzó a hacer popular como un fuente de aventura, una fuente para conectarse con la naturaleza, con la Madre Tierra y su inmensidad, también un escape de la muchas veces estresante cotidianeidad que el universo urbano conlleva.
Los visitantes de la zona de las Dolomitas pueden confiar en una serie de senderos y caminos perfectamente señalados para todos los niveles de experiencia y preparación. Digna de ser mencionada es la cantidad de familias con niños pequeños e incluso bebés que se aventuran a realizar caminatas a los ritmos que los pequeños marcan.
La infraestructura desarrollada con los años incluye diversos refugios para hacer una merecida pausa, estaciones con oferta gastronómica con señalamientos ubicados en diferentes puntos de los recorridos que ilustran al senderista sobre la geografía, la flora y la fauna.
También al pie de los recorridos se encuentra una capilla y fuera de ella, antes de empezar la travesía, algunas placas recuerdan a los fallecidos como una advertencia de la precaución que nunca ha de olvidarse cuando se enfrenta a la montaña. Las Dolomitas siempre han representado un símbolo del orgullo de la bella Italia.
Alia Lira Hartmann, corresponsal