Uno de los sitios más queridos y visitados de la Ciudad de México es el Bosque de Chapultepec, que guarda parte importante de nuestra historia. Se ubica alrededor de un monte cuyo nombre significa en náhuatl cerro del chapulín.
En sus faldas emanaban ricos manantiales que surtieron de agua potable a Tenochtitlan y, tras la Conquista, a la Ciudad de México. Esta riqueza y la hermosura del entorno llevó a que muchos grupos lo ocuparan a lo largo de los siglos. Se han descubierto vestigios de asentamientos teotihuacanos y toltecas. Una vez consolidados en Tenochtitlan, los mexicas establecieron un santuario y jardines que eran sitio de descanso y meditación de los gobernantes.
Tras la Conquista, se edificó una capilla dedicada a San Miguel Arcángel para sustituir el templo prehispánico que remataba el cerro. En un principio Hernán Cortés se adjudicó Chapultepec, pero no tardó el rey de España en ordenar que pasara a ser posesión de la Corona.
A lo largo de los siglos se hicieron diversas obras, entre otras la construcción de una casa de campo que habría de convertirse en el Castillo de Chapultepec. El emperador Maximiliano se fascinó con el lugar y decidió convertirlo en su residencia oficial. Para tal fin ordenó una profunda remodelación y mandó a diseñar una calzada que lo trasladara directamente del Palacio Imperial, misma que se convirtió en el Paseo de la Reforma.
Varios presidentes lo ocuparon como residencia. Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas fue convertido en Museo Nacional de Historia. A partir de entonces es el centro del parque, que ofrece innumerables atractivos a la población: zoológico, lago, jardín botánico y museos. Con sus dos ampliaciones, la primera y segunda secciones, es uno de los pulmones más importantes de la ciudad. Es, sin duda, el gran lugar de esparcimiento de la ciudad del que todos tenemos algún recuerdo.
Ahora tenemos la oportunidad de ver la historia del Bosque de Chapultepec a lo largo de los últimos 60 años en las fotografías que ha tomado Bob Schalkwijk. Llegó de su natal Holanda en los años 50 del siglo pasado, se enamoró del país y se dedicó a recoger con su cámara paisajes, monumentos, personas, sitios emblemáticos, escenas cotidianas, momentos trágicos –como los terremotos de 1985– y gozosos, como los Juegos Olímpicos.
Desde que llegó en 1958, deslumbrado con lo que veían sus jóvenes ojos azules, se dedicó a descubrir las formas de vida del pueblo mexicano.
En 146 fotografías que ahora podemos admirar en las espectaculares galerías de arte al aire libre que constituyen el acuario y el Paseo de la Reforma, nos lleva por un fascinante recorrido histórico. Muestra imágenes ya olvidadas de los años 60, cuando en el viejo lago se remaba en unas rústicas canoas de madera que con frecuencia se volteaban cuando iban atestadas de jóvenes, que lo consideraban parte de la diversión.
Aparece el zoológico con un espectáculo con elefantes y los paseantes con el vestuario formal de la época en el que las mujeres sólo usaban falda –y muchas, tacones– para pasear por el emblemático parque.
Llama la atención ver los grandes automóviles de la época paseando por las calles interiores del bosque, los ajedrecistas, los paisajes sin construcciones que lo circunden. Gran contraste con las fotos actuales en que el bosque está rodeado de modernos rascacielos. Igualmente interesante es el contrapunto entre las imágenes en blanco y negro de décadas pasadas con las recientes a color y las aéreas.
Un tesoro son las fotografías que muestran el imponente Museo Nacional de Antropología en construcción y el traslado de Tláloc, el monumental monolito que está en el acceso al recinto.
Bellas imágenes nos muestran los sitios más emblemáticos como el castillo, los museos, el Auditorio Nacional, el Altar a la Patria y muchos más.
La vida cotidiana, con su profunda humanidad, tiene un lugar importante en la obra de Schalkwijk, quien capta emotivos momentos familiares en un día de campo, en una canoa o la parejita de novios paseando cogidos de la mano o sentados en una banca haciéndose arrumacos. Para guardar esta rica memoria se editó un bello libro.
En las cercanías está el restaurante Jardín del Corregidor, en General Juan Cano 26, San Miguel Chapultepec. Tiene un lindo jardín y puede desayunar o comer. Favoritos: pato en salsa de rosas y esmedregal a la macadamia.