Sería de esperarse que tras cuatro años de creada, la Guardia Nacional (GN) hubiera implantado su propia doctrina identitaria, su conciencia de ser ella misma. Desarrollarla tomaría voluntad, criterio, tiempo a cargo de una clase profesional policial, hoy sólo escasamente disponible.
Ella sería tarea de un conocedor profundo de ese servicio social. Formarla implicaría concebir el cómo ser de esa corporación para que con una gran mística, poseyera convicción común sobre sus fines, compromisos y esfuerzos colectivos.
Sería interesante saber qué ha hecho la GN en ese sentido. Tal conocimiento es de interés público, porque su existencia tiene serios efectos sobre la sociedad y sus más elevados intereses, justicia, paz pública y seguridad. Una colectividad sin ser ni destino, sin doctrina es inimaginable.
El diccionario de la Real Academia Española define doctrina como “conjunto de ideas u opiniones religiosas, filosóficas, políticas, etcétera, sustentadas por una persona o grupo”. Desglosar tan escueta definición puede hacerse desde múltiples aproximaciones.
Tipos de doctrina. Ante la inquietud sobre doctrina, como respuesta debe haber un haz de pensamientos y propuestas de acción ordenados como energía centrípeta que los atraiga, convenza, agrupe y comprometa. En ese orden existen la doctrina jurídica, diplomática, religiosa, militar, de guerra, política, social, académica, económica, filosófica o científica.
En esa materia se propone para la GN una guía para la aproximación a su doctrina:
Doctrina como definición. El espíritu de los artículos 1º y 21 constitucionales, son su eje virtual. Doctrina es el concepto, conjunto de ideas, teorías, principios, leyes y reglamentos según los cuales la GN y sus actuaciones se manifiestan en la protección y promoción de los supremos intereses de la comunidad. Es desarrollar su espíritu de cuerpo comprometido con sus ideales.
Suma sus esfuerzos mediante un mandamiento que determina la organización, especialización, interacción, cooperación y control de sus medios y modos de acción legitimados por su convicción ante los derechos humanos.
Doctrina como formación es la determinación más confiable de crear y difundir una doctrina. Es el sistema con que la educación, adiestramiento, experiencia e innovación actúan elevando la calidad del recurso humano. Es lo que le inculca los valores y modos con que debe actuar en favor de la sociedad. Es la ética teórica y eficiencia práctica sobre cómo hacer bien las cosas.
Doctrina como vocación de los miembros de la GN es la decisión de adoptar como propios valores cardinales como lealtad, honor, sacrificio, mística y el saber más; incorporando toda aquella innovación que los acentúe. La actualización se motiva por el progreso de los recursos políticos, jurídicos, económicos, tecnológicos producto de su programa de investigación.
De aceptarse una aproximación de ese orden se podría anticipar que el éxito del proyecto GN será una realidad. Se habría alcanzado claridad de propósitos que den certidumbre, confianza, eficacia y consecuentemente el respeto popular.
Se habría logrado cuando cada miembro o unidad integrante de ella sienta, piense y actúe de manera semejante ante semejantes estímulos. Entonces valdrá decir que están adoctrinados.
Dejar al acaso la definición doctrinal de la GN no sería una simple omisión, sería un acto de efectos sencillamente lamentables. A cuatro años de creada la corporación, bien vale pensar que pudiéramos estar al borde de ello. No se advierte ninguna alerta como control razonado, objetivo, riguroso y confiable. La inercia presente puede ser nefasta.
Eventualidades en su interpretación.
Una situación delicada a considerar en el operar de la GN es que en la ejecución de cualquier acto profesional con carácter doctrinario se enfrenta la posibilidad de que al aplicarla y propagarla sea en forma rígida. Una doctrina debe ser permanente, expansiva, sí, pero no monolítica e inadaptable.
En órganos de la administración pública hace tiempo que el término “doctrina” entró en cierta relegación, pero en el mundo jurídico, educativo, diplomático y militar es referente permanente en la argumentación, decisión y ejecución de facultades. En esos ámbitos, las cosas siempre se hacen con base en la doctrina.
A falta de datos distintos, hoy es posible asegurar que nuestra GN carece aún de una doctrina identitaria. Carencia lógica por su por su adscripción y convivencia con las fuerzas armadas. Ellas inercialmente tienden a someterla a la suya propia.
Sería un alivio saber que sí existe la conciencia de lo importante que es crear una GN distinta a otras fuerzas. Los policías deben ser orgullosamente policías, tanto como los militares son orgullosos de serlo.
Es alta la posibilidad de que la GN crezca con modalidades que, siendo excelentes en otras instancias, para ella no sean las debidas.
De no promoverse sistemáticamente la creación de una doctrina propia, pronto veríamos a las fuerzas armadas y a la guardia representados por Castor y Pólux. Entonces poco importaría su readscripción o no a la Secretaría de Seguridad Pública. ¡No debería sorprender lo que habríamos producido!