En los tiempos neoliberales, el Ángel de la dependencia, de apellido Gurría, afirmaba que la economía mexicana “es de otro planeta y está en otra dimensión”, y tal pronunciamiento lo hizo público en algún momento (durante el calderonato, si no falla la memoria, sexenio en que el “crecimiento” anual promedio fue de 1.8 por ciento) de su prolongada estancia en París como secretario general de la OCDE, cargo en el que despachó a lo largo de 15 años. En junio de 2021 se le acabó tan exquisito hueso, pero su dicho dejó mucho que desear, porque en realidad esa economía resultó ser tan terrenal y tercermundista como cualquier otra, aunque al ex secretario zedillista de Hacienda le fascinaba utilizar ese tipo de parábolas.
Pues bien, ahora, con nuevo ocupante de esa misma secretaría general (Mathias Cormann), la OCDE se declara “sorprendida” por el comportamiento económico de nuestro país (sin duda la referencia es a 2022), tanto que “incrementó las perspectivas de crecimiento para México para el presente como el siguiente año, dada la recuperación que han tenido los servicios y la parcial normalización de las cadenas de suministro que fueron interrumpidas con la pandemia. Sin embargo, advirtió que la inflación puede ser más alta durante más tiempo, lo que afectará el poder adquisitivo de la población más vulnerable” ( La Jornada, Dora Villanueva).
Así, de lo “extraterrenal” que presumía Gurría la OCDE pasó al asombro, porque “México es de los países donde el crecimiento ha venido sorprendiendo al alza, explicó Alberto González, jefe de división interino en esa organización, durante la presentación del informe Perspectivas Económicas. Un día antes, la misma organización reportó que entre sus miembros el país latinoamericano tuvo el mejor dato de expansión del tercer trimestre de 2022, de 1.8 por ciento, mientras la media fue de 0.4 por ciento” (ídem).
Por ello, decidió aumentar de 2.1 a 2.5 por ciento su estimado sobre el crecimiento económico mexicano para 2022, una proporción “por arriba de lo previsto por otros organismos internacionales, incluso la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que mantiene una previsión de 2.4 por ciento, y para 2023 también la revisó de 1.5 a 1.6 por ciento, la mitad del 3 por ciento proyectado por el gobierno mexicano”.
Se trata del ya desgastado juego de “atínale al crecimiento económico” practicado por el creciente ejército de videntes financieros y sus destartaladas bolas de cristal, que un día pronostica una cosa, al siguiente otra distinta y después algún desaseado pronóstico que suele ser incorrecto, porque la pandemia, primero, y la guerra en Ucrania, después, trastocaron cualquier posibilidad de contar con un pronóstico medianamente sustentable.
De cualquier forma, la estimación de la OCDE favorece a la imagen de México, aunque en los hechos nuestro país cuenta con indicadores positivos en el sector industrial, consumo, empleo, reservas internacionales, inversión extranjera directa y tipo de cambio, entre otros. Lo contrario sucede con la inflación, que ha pegado en el poder adquisitivo de los trabajadores.
En el plano global, la OCDE “prevé que la economía mundial crezca a un ritmo inferior al estimado antes de la guerra: 3.1 por ciento este año, para después ralentizarse a 2.2 por ciento en 2023. Mientras, la economía de Estados Unidos, principal destino de las exportaciones mexicanas, caería de 1.8 a 0.5 por ciento entre 2022 y 2023. La economía mundial se enfrenta a serias dificultades. Estamos afrontando una grave crisis energética y los riesgos que se plantean siguen apuntando hacia una reducción del crecimiento mundial, una inflación elevada, el deterioro de la confianza y altos niveles de incertidumbre, señaló Mathias Cormann, secretario general de la OCDE”. La guerra en Ucrania “alimenta las presiones inflacionarias y erosiona confianza, poder adquisitivo de los hogares y agrava los riesgos en todo el mundo”.
Las rebanadas del pastel
¿Cómo está eso?: “la Comisión Disciplinaria de la FIFA abrió un expediente en contra de la Federación Mexicana de Futbol debido a los ‘gritos discriminatorios’ y ‘homofóbicos’ de la afición mexicana durante el partido contra Polonia”. Pues qué cara más dura, porque el Mundial 2022 se desarrolla, precisamente, en un país donde ser homosexual es ilegal y se castiga con cárcel. En ello debió pensar el citado organismo antes de otorgar la sede a Qatar y abrir expedientes en contra de expresiones “homofóbicas”. Pero su doble moral y el amor por el dinero la desnudan.