Ciudad de México. La situación de seguridad en los planteles de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es “mala” y puede empeorar aún más, debido en gran parte a la falta de diagnósticos y protocolos en la materia, lo cual da pie a que las diversas escuelas actúen en este terreno sin coordinación ni cuidado en puntos básicos.
Así lo advirtió el investigador Arturo Cuéllar Fernández, quien indicó que aunque en enero de 2022 fue contratado por la máxima casa de estudios para proponer un esquema de seguridad, su vínculo fue terminado de manera anticipada, luego de que externara sus críticas por las fallas que encontró en este ámbito.
En entrevista con La Jornada, el experto en temas de criminología, criminalística y estudio del delito explicó que a inicios del presente año fue contratado por el titular de la Secretaría de Prevención, Atención y Seguridad Universitaria de la UNAM, Raúl Arcenio Aguilar Tamayo, para que colaborara en la formulación de un plan de seguridad para la institución.
“Cuando me empiezo a involucrar en el tema, veo que realmente no hay nada de avances en programas de seguridad en la UNAM, y los que había eran bastante deficientes. Cada dependencia toma sus propias decisiones, no hay uniformidad, protocolos ni coordinación”, afirmó el autor del libro Inseguridad y política criminal en la Ciudad de México.
Mantener el secreto
Tras la explosión de un laboratorio en la FES Zaragoza, el 21 de marzo de este año, Cuéllar escribió al día siguiente a una funcionaria llamada Paula Romero, encargada del enlace con Aguilar, para advertirle que dicho incidente “se veía venir” por la “negligencia” y el “mal manejo” de este tipo de instalaciones.
De acuerdo con el también académico, capacitador y asesor de empresas particulares, Romero le llamó por teléfono “y me dijo muy molesta que no estuviera viendo las cosas malas de la UNAM y, sobre todo, que las mantuviera en secreto. Yo le dije que me habían contratado para ver lo malo, no para estar de adorno”.
Aunque Cuéllar continuó haciendo su propuesta de seguridad, unos días después fue contactado por la misma funcionaria para notificarle que “por cuestiones presupuestales ya no debía continuar, pero obviamente es resultado de la molestia por los señalamientos de las ineficiencias”.
Pese a ello, el especialista solicitó una reunión con Aguilar, que nunca se concretó, y el 28 de marzo le envió al rector Enrique Graue un correo –cuya copia tiene este diario– con los avances de su trabajo y la advertencia de que no lo pudo culminar, pero ese mensaje tampoco fue respondido, lamentó.
Cuéllar señaló que un botón de muestra de la falta de protocolos de seguridad en la UNAM es el hecho de que se limpiara el baño donde una alumna del CCH Sur denunció haber sido víctima de una agresión sexual en octubre pasado, pues “quiere decir que ni siquiera aplicaron los criterios básicos de resguardar el lugar de los hechos”.
Aunque con un plan adecuado podrían verse cambios positivos en el plazo de un año, “tiene que haber voluntad, pero mientras haya esta forma de enclaustrarse y esta burocracia, van a seguir pasando (estos incidentes de seguridad), igual o peor”.