El racismo y la discriminación contra los niños, basados en su etnia, lengua y religión, está extendida en países de todo el mundo, lo que afecta sus derechos y los expone a una vida llena de privaciones, alerta el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
“Muchos de los obstáculos que afrontan los niños para acceder a los servicios, los recursos y la igualdad de oportunidades no son producto de la casualidad ni se deben a la falta de recursos, sino más bien a las leyes, las políticas y las prácticas sociales que dejan a determinados grupos de niños a la zaga”, señala el informe Negación de los derechos: los efectos de la discriminación en la infancia.
Difundido en el contexto del Día Mundial de la Infancia, que se conmemora cada 20 de noviembre, el organismo multinacional revela que los niños de grupos étnicos, lingüísticos y religiosos marginados “están muy por detrás de sus compañeros en las habilidades de lectura y matemáticas, entre otras competencias”.
Los menores que son objeto de discriminación, afirma Unicef, “ven restringido el ejercicio de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Y, cuando llegan a la edad adulta, su acceso a las instituciones económicas, políticas y sociales es aún más restringido. La discriminación también tiene consecuencias a largo plazo, ya que a menudo se perpetúa de una generación a la siguiente”.
Trauma y estrés
El informe subraya que ser víctima de discriminación puede ser altamente estresante. “La discriminación racial se ha catalogado como una fuente crónica de trauma para los niños que la sufren, y no sólo perjudica su salud mental y física. Los efectos persistentes en la salud mental pueden tener secuelas a largo plazo.”
Advierte que la acumulación de estrés a lo largo del tiempo tiene la capacidad de producir un cúmulo de efectos sobre la salud mental. “Se ha constatado que internalizar los estereotipos negativos se relaciona con resultados académicos deficientes y con diferencias en el rendimiento escolar”.