Ciudad de México. Desde hace décadas, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha mantenido a sus alumnos en un estado de “desatención”, atribuyendo sus inconformidades e intentos organizativos a supuestas “conspiraciones externas”, por lo que es urgente que la institución cambie sus “anquilosadas” estructuras de gobierno y sus métodos de organización interna.
Así lo afirmó Imanol Ordorika, director general de Evaluación Institucional de la UNAM, quien consideró que la máxima casa de estudios “no está al día con la realidad nacional” ni ha atendido de raíz fenómenos tan graves como la violencia de género, lo que puede llevarla a una “pérdida de legitimidad” frente a la sociedad, conflictos internos e incluso posibles choques con el gobierno federal.
En entrevista con La Jornada, el también investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas realizó un balance del estado actual de la universidad, su necesidad de cambio y su perspectiva hacia el futuro.
Encerrada en sí misma
–¿Cómo ve a la UNAM hoy?
–La universidad es una gran institución, con una tradición muy fuerte y un personal académico con mucha solidez, pero en otros terrenos da la impresión de que se ha quedado muy atrás. Al menos de la pandemia para acá, tengo la percepción de que pudo haber tenido una presencia mayor, como la tuvo su comunidad en los sismos de 1985 y 2017. Esta vez se requería una salida organizada, pero la UNAM se encerró en sí misma.
Experto en el análisis de los procesos internos de la universidad y ex integrante del movimiento del Consejo Estudiantil Universitario entre 1986 y 1987, Ordorika señaló que desde antes de la emergencia sanitaria por el covid-19 en la institución “ya se expresaban una buena cantidad de malestares” de sus estudiantes, en particular por la violencia de género.
“Las mujeres organizadas hicieron paros en prácticamente todas las facultades. La universidad intentó responder, pero a mi juicio se quedó corta. Creó la Coordinación de Igualdad de Género, estableció la violencia de género como una falta grave, pero de todas maneras parecen respuestas de rápida atención política, sin ir al fondo de las cosas”, lamentó.
Un ejemplo de esta estrategia de “manejo de daños” ocurrió hace tres semanas, cuando una alumna del CCH Sur denunció haber sufrido una agresión sexual en el plantel. “La universidad siempre condena como con un machote impreso y no se ve una actitud que genere la impresión de que está respondiendo al problema y apoyando en primer lugar a la víctima”.
Persisten “pactos patriarcales”
Para el autor de libros como Política azul y oro, el estudiantado de la UNAM ha vivido un escenario de “desatención” que ha dado lugar a diversos movimientos de protesta. Sin embargo, la respuesta institucional frente a ellos siempre ha sido sospechar la intromisión de supuestos actores ajenos a la universidad.
“Aunque no lo digan públicamente, el trato a los estudiantes es pensar ‘esto es una conspiración, hay alguien tratando de crear un conflicto’. Esa explicación la dan porque la creen y eso es lo más grave”, a pesar de la existencia de múltiples problemas en la institución, sobre todo en las escuelas fuera de Ciudad Universitaria.
Ordorika destacó que uno de los causantes de esta situación es la existencia de “grupos dominantes que reproducen una estructura obsoleta y mantienen una forma de gobierno totalmente desequilibrada”, donde persiste el “carácter subordinado de los órganos colegiados a las autoridades unipersonales” y se mantienen “pactos patriarcales de encubrimiento” en casos de hostigamiento sexual.
Luego de enfatizar que la UNAM “no está al día con la realidad nacional” en aspectos básicos, como los métodos de impartición de clases, el investigador consideró que el proceso de cambio de rector del próximo año probablemente se dará en condiciones similares a las de siempre, donde “vamos a tener una decisión en manos de 15 personas (la Junta de Gobierno) muy afines a los grupos que detentan el poder en la institución”.
Ante ello, es indispensable comenzar un “cambio profundo” en la universidad, impulsado “desde abajo”, sobre todo tipo de temas, desde las formas de nombramiento de las autoridades hasta su presupuesto y los exámenes de admisión, que este año tuvo una sola prueba –en vez de dos– sin que nadie explicara las razones de ello.
Ordorika estimó que las condiciones para el cambio están “maduras” si hay compromiso de realizarlo.