La vida de María Sabina (1894-1985), la legendaria chamana mazateca que a mediados del siglo XX saltó a la fama cuando el escritor estadunidense Robert Gordon Wasson (1898-1986), pionero en el estudio de la etnomicología, reveló al mundo su existencia, “es un ejemplo de sabiduría”, consideró el antropólogo Julio Glockner.
En entrevista con La Jornada, a propósito de la publicación de una nueva edición del libro Vida de María Sabina: La sabia de los hongos, escrito en 1977 por el ingeniero Álvaro Estrada, gran amigo de la curandera (fallecido hace 14 años), el especialista en cosmovisión de los pueblos originarios reiteró que la mujer que tanto entusiasmó a jipis, científicos y escritores “estuvo en los más altos niveles de la sabiduría de su cultura y hoy día es ejemplo de entereza, honestidad, inteligencia y lucidez. Fue una gran mujer con un enorme compromiso consigo misma y con las personas que la consultaban”.
Publicado por Siglo XXI Editores, el texto es una suerte de “autobiografía oral”, producto de las largas conversaciones en mazateco que el autor, originario de Huautla de Jiménez, Oaxaca, mantuvo con su paisana. Octavio Paz conoció esta obra, a la que calificó de “documento extraordinario, cuyo interés es doble: antropológico y humano”.
Erradicar el término “alucinógeno”
Hacía tiempo que el libro se encontraba agotado, por lo cual Glockner celebró la nueva edición, en la que participa con un texto introductorio. La lectura “es muy amena, aun cuando narra la vida a veces trágica de María Sabina. A través de esta historia, el lector puede tener una idea de la cosmovisión del pueblo mazateco, sobre todo, de la manera en la que se concibe el cuerpo humano y su vínculo con la naturaleza a través de los rituales que ella llevaba a cabo, al igual que muchos otros sabios mazatecos que practican esas veladas.
“Es muy importante que las nuevas generaciones tengan acceso a esta información para que comprendan el sentido de la sabiduría de la chamana, que implicó tanto cualidades curativas como adivinatorias.”
En particular, Glockner hizo hincapié en desechar la palabra “alucinógeno” al referirse a los efectos de los hongos en los rituales de María Sabina. Propuso en cambio el neologismo “enteógeno”, que significa “dios dentro de nosotros” o “generar lo sagrado dentro de sí”.
“Si continuamos empleando el término ‘alucinógeno’ obstaculizamos el entendimiento de la naturaleza de la cultura mazateca y de su ritualidad, porque esa palabra nos lleva a pensar en términos de fantasía, de errores, un juicio fallido o mentiras.
“Es decir, desvía del camino que permite entender que, en principio, los rituales de María Sabina eran actos sacramentales, de comunión con los hongos (niños santos, como ella los llamaba), considerados entes sagrados que se incorporan al cuerpo y, por tanto, ella se convertía en un ser también sagrado. Estaba consagrada por el hongo y así lo explicaba en sus cantos (‘soy mujer espíritu’, ‘soy mujer de luz’). Literalmente, se trata de un acto equivalente a la eucaristía cristiana.”
En Huautla, afirmó el antropólogo, “le tienen mucho aprecio a María Sabina. Hace algunos años que estuve ahí para la fiesta de muertos, y su tumba estaba repleta de flores. Se ha organizado un festival en su memoria; por supuesto que ya empieza a tener tintes turísticos.”
El especialista insistió en que en la época de la chamana mazateca y aún ahora, ha habido muchos prejuicios en torno a los hongos, a los que erróneamente se les ha catalogado como drogas: “Es un equívoco muy grande, porque no toman en cuenta su origen natural. No son adictivos y no provocan conflictos sociales o brotes sicóticos, si éstos no están latentes. Sin embargo, estas plantas no son golosinas y eso hay que entenderlo con mucha seriedad.
“María Sabina hizo una gran aportación para comprender la naturaleza de una cultura, la mazateca, que sería una suerte de espejo de otras, respecto del uso de plantas sagradas. Basta recordar las crónicas del siglo XVI que registraron, por ejemplo, el día en el que estuvieron 2 mil danzantes en la plaza del Templo Mayor, en la entronización de Moctezuma II, consumiendo hongos durante cuatro días.
“Hay que derribar con inteligencia, buenos argumentos y conocimiento esa barrera de la incomprensión en torno a estos rituales. Por eso, este libro será un nuevo descubrimiento de la figura de María Sabina, quien en sus cantos chamánicos decía: ‘Soy mujer remolino, soy mujer que chifla, soy mujer que hace girar, mujer sabia en medicina, mujer estrella Dios’.”
Para una edición de 1989, Álvaro Estrada añadió cantos chamánicos que están en la nueva versión de esta obra, “a la que se puede acudir con frecuencia, y siempre se encontrará riqueza espiritual e intelectual”, concluyó Julio Glockner.