Ciudad de México. Todo el universo pictórico de Demián Flores (Juchitán, 1971) cabe en un pañuelo, o mejor dicho, en un pequeño paquete que se puede colocar bajo el brazo para cruzar fronteras y romper esquemas. Paradójicamente, se trata de seis obras de arte de gran formato que desde el 12 de noviembre despliegan la potencia de sus colores en Los Ángeles y en Santa Mónica, California, Estados Unidos.
Pinturas plegables es el título de la nueva exposición del artista juchiteco, producto de sus reflexiones y experiencias vividas durante la pandemia de covid-19.
“Me propuse repensar el acto pictórico justo a partir de los elementos que lo determinan, como el sentido del color y los soportes. Investigué cuáles son las estrategias que a través del tiempo se han hecho para encontrar nuevas alternativas de movilidad, y me interesó ese movimiento de los años 70 que surgió a partir del arte correo o arte postal que hicieron Felipe Ehrenberg y Marcos Kurtycz”, explicó Flores en entrevista con La Jornada.
Fue así que Demián comenzó a trabajar en lienzos sin bastidor, para poder doblar las telas y facilitar su transportación. El resultado fue esa serie de seis lonas, de 1.90 por 3 metros, que al plegarse quedan de 30 por 30 centímetros, “y que fácilmente se pueden meter en un sobre para enviar a cualquier parte del mundo”.
Así se cumplió el primer objetivo de esta colección: encontrar nuevos mecanismos de distribución o movilidad de la obra de arte, detalló el pintor, quien consideró que al mismo tiempo “se trata de piezas que no necesariamente tienen que colocarse en el muro de una galería o un museo, sino que se pueden adaptar incluso a espacios al aire libre, lo cual propicia también el desplazamiento del espectador hacia lugares no convencionales e incide en una forma distinta de dialogar con la obra”.
El color como sanador del alma
El segundo objetivo de Pinturas plegables es mostrar que el uso de color se acerca un poco (o mucho) a la idea de sanación del alma, “algo que durante la pandemia fue muy necesario para mí”, continuó el artista, “pues al enfrentarme al acto de pintar, en confinamiento, el color me dio energía; siento que el color alimenta el espíritu.
“A veces pensamos que estos elementos de la pintura son subordinados a las ideas o a los grandes conceptos, cuando en realidad forman significantes. Por eso me interesó trabajar con esos elementos propios de la pintura (el color y los soportes), para hacerlos parte del discurso visual. Fue así que este proyecto tiene que ver con desprender a la pintura del bastidor y con la materia pictórica trabajada de otra manera”, reiteró.
En las imágenes que Demián Flores plasma en las lonas están presentes sus referentes, signos y símbolos, tanto históricos como políticos, de su tierra oaxaqueña o de la Ciudad de México, donde reside; “son figuras del imaginario que consumimos día a día que se aglutinan, se entrecruzan y encuentran una narrativa que pretende ser un espejo de nuestra realidad, pero que también construyen una realidad totalmente distinta”.
Las características físicas de las obras, puntualizó el pintor, “también tienen que ver con la idea de la migración, un tema que es muy importante para mí porque también soy migrante. Son conceptos que he venido trabajando desde hace tiempo, porque tienen que ver con la memoria, con la idea del territorio y la identidad, sobre todo con esa idea fronteriza que tiene que ver con el diálogo con la otredad.
“Por eso estas nuevas piezas incorporan los referentes: el Istmo y sus leyendas, los mitos, o los imaginarios que tuve de niño, pues prácticamente crecí en la tienda que mis abuelos tenían en los portales en el zócalo de Juchitán; ¡era un paraíso!, sobre todo para alguien a quien le gustan las imágenes.
“Crecí viendo marcas, pero también dibujos y grabados que traían los viajeros que vendían sus productos; por otro lado, en estas pinturas también están las imágenes de la Ciudad de México, que para mí es fundamental, con sus imaginarios que me siguen impactando y que están en los muros, en los rótulos, en los carteles publicitarios”, agregó el artista.
La inauguración de la muestra Pinturas plegables, de Demián Flores, ocurrió el 12 de noviembre en la galería de Art Division, en Los Ángeles, California. Ese día, más tarde, la historiadora de arte Selma Holo, ex directora del Museo de Arte Fisher, ofreció una charla en torno a la obra del pintor. La muestra permanecerá abierta hasta el 7 de enero de 2023.
Después, las telas se plegarán para viajar a Montreal, Canadá, para ser exhibidas a partir del 2 de abril en la galería Cache Studio y en el Instituto Cultural de México en esa ciudad.
“La idea es que se vayan sumando piezas conforme la muestra vaya viajando. Eso será posible justo gracias a que las pinturas se pueden plegar, de otra manera sería prácticamente imposible”, concluyó el artista.