La filosofía nació del asombro ( thauma) que generó preguntas y más preguntas, y éstas a su vez llevaron a la interminable búsqueda de la verdad ( alethéia). Con estas dos actitudes, que son herramientas, los primeros pensadores, conocidos como filósofos presocráticos, pasaron del mito al logos y fundaron el pensamiento occidental basado en la razón. Al igual que Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxágoras, Heráclito y muchos otros, los infantes son, en cierto modo, filósofos presocráticos, ya que hasta que ingresan a la escuela viven instalados en el asombro, las preguntas y la búsqueda de explicaciones acerca del mundo.
Trágicamente, la escuela tradicional estropea impulsos intelectuales infantiles y les impone una práctica basada en silencio, obediencia, repetición y aceptación de verdades prefabricadas, muchas veces incomprensibles.
Para educación prescolar y primaria, lo recomendable es que maestras y maestros lleguen a las aulas sin programa prefijado, pero sí con la capacidad de escuchar y de entusiasmar a sus alumnos para formular preguntas sobre asuntos que les importan. Con base en la exploración y registro de preguntas, el maestro puede construir agendas y organizar actividades individuales o por grupos para buscar respuestas con ayuda de la biblioteca escolar y la guía de los mentores.
La creciente complejidad del mundo multiplica las incertidumbres; la educación debe preparar para vivir en y con ellas. Es necesario salir del pensamiento unidimensional y abandonar toda visión reduccionista. Los desafíos gigantescos que tenemos como humanidad necesitan una educación que esté a la altura de esos desafíos; hemos de entrar en la “complejidad” no sólo epistemológica, sino también antropológica: en eso consiste la apuesta que filósofos como Edgard Morin hacen por el “pensamiento complejo”; ese que no acepta conceptos bipolares (blanco/negro; malos/buenos, etcétera), sino diversos (la comprensión de las múltiples determinaciones de lo real).
Casi en todos los niños hay un genio en potencia, no se permita a la escuela burocrática poner límites a su capacidad de asombro, de imaginación, de formular preguntas y construir respuestas. El mundo es de quien lo piensa.
PS El derecho a la educación es para todos los niños y la Constitución ordena al Estado garantizarlo.