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2022-11-19 06:00

México SA

Periódico La Jornada
sábado 19 de noviembre de 2022 , p. 18

¡Las vueltas que da la historia! Congregados en Santa Fe (Álvaro Obregón, no California) y disfrazados de “líderes del conservadurismo” (léase neofascistas), los inquisidores del siglo XV se apersonaron en un hotel de la Ciudad de México para sentenciar que todos los males de la humanidad son consecuencia (¡alabado sea el Altísimo!) de que “nos hemos alejado demasiado del temor de Dios”. ¡Aleluya!

Tan innovador postulado lo enarbola la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC, fundada en Estados Unidos), la que, por instrucciones del Altísimo, realiza en la Ciudad de México su conferencia anual en la que participan representativos de la ultraderecha internacional, ahora autodenominados “conservadores” (léase neofascistas).

Tal claridad conceptual recuerda aquel inapelable veredicto (26 de junio de 2009) de otro iluminado, El Borolas, a la sazón impuesto en Los Pinos: “los jóvenes se drogan porque no creen en Dios” y esa “falta de asideros trascendentes” los hace “caldo de cultivo para las adicciones”. ¡Y resulta que su secretario de Seguridad, Genaro García Luna, un creyente incuestionable, era quien controlaba la tienda para venderles la mercancía. ¡Alabado sea el señor!

Un engendro de Televisa, Eduardo Verástegui, es quien oficialmente da la cara en la CPAC-México (también cabeza visible de algo que se denomina Movimiento Viva México), un fiel cruzado que combate a los herejes de este país disfrazados, dice, de “comunistas y socialistas”, al tiempo que defiende “los valores tradicionales: familia y capitalismo”. En su discurso inaugural el iluminado subrayó: “hoy emprendemos un viaje para apoyar y aliarnos con liderazgos conservadores de México y América Latina en defensa por la democracia y la libertad”, es decir la primera sólo por el lado de kratos (el demos, soberanía popular, se lo pasan por el arco del triunfo) y la segunda se limita a sus empresas.

De acuerdo con su programa de actividades, antes de la inauguración formal se celebró la “santa misa católica” (lo mismo en el segundo día de actividades) y después, ya bendecidos (los asesinos de la Conquista antes de masacrar a la población hereje asistían a ese tipo de misas y besaban la cruz), el engendro de Televisa y Matt Schlapp (presidente de la Unión Conservadora de Estados Unidos y fiel servidor de Donald Trump, como antes de George W. Bush) salieron a decir cuanta barbaridad se les ocurriera.

Pero no sólo ellos; neofascistas de al menos 23 países participan en esta cumbre de inquisidores. Por ejemplo, Steve Bannon, ultraderechista que fue “estratega” de Donald Trump y “asesor” de varios movimientos fascistas en el mundo; el perdedor en las dos últimas elecciones presidenciales de Chile, José Antonio Kast, un católico pinochetista de cepa; Eduardo Bolsonaro, hijo del aún presidente de Brasil; Christopher Landau, ex embajador de Trump en nuestro país; el senador gringo Ted Cruz, otro lacra antiinmigración, antiaborto, anti-LGBT y mucho más; la boliviana Eva Landau (“el golpe de Estado contra Evo Morales nunca existió”); Hermann Tertsch, europarlamentario de Vox (no es el único heredero de Franco); Jean Lin Lacapelle, cercano a la neofascista Marine Le Pen), y de postre dos esperpentos “libertarios”: Santiago Abascal, presidente de Vox, y Javier Milei, delirante diputado argentino.

He ahí una muestra de los golpistas que “defienden la democracia y las libertades”. Entonces, deberían modificar el nombre de su organización para dejarlo en claro: Conferencia Política de Acción Fascista.

Las rebanadas del pastel

La sede del Mundial de Futbol suele convertirse en la cantina más grande del planeta por alrededor de un mes, pero la dictadura catarí ni eso respeta, lo que escandaliza a los asistentes a esa “justa deportiva”, a quienes, por cierto, nunca se les ha escuchado protestar por la sistemática violación de los derechos humanos en ese país, la explotación laboral y la muerte de cuando menos 6 mil 500 obreros migrantes que participaron en la construcción de los estadios mundialistas. Mucho menos por la permanente agresión en contra de las mujeres, la represión al movimiento LGBT o la inexistencia de libertad de expresión. Tampoco por la brutal corrupción de la FIFA, cuya dirigencia fue muy bien “aceitada” por el emir catarí para obtener la sede. Eso no es relevante: sólo la prohibición para ponerse morados de alcohol con el pretexto futbolero … Y que la siempre fiel afición mexicana no se ilusione: los ratoncitos verdes de Televisa repetirán el numerito.

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