Berlín. Normalmente, cuando llegaba un Mundial, los alemanes agitaban felices la bandera de su país y apoyaban a su selección con entusiasmo. En esta ocasión ocurre algo distinto. Cualquiera que camine en Berlín difícilmente encontrará señal alguna de fervor mundialista.
No hay banderas, carteles, actos públicos o indicio alguno de que este país apasionado por el futbol está por comenzar su participación en la Copa, donde buscará su quinto título a partir del martes ante Japón.
Los antecedentes de Qatar en materia de derechos humanos y el trato a los trabajadores migrantes han arruinado la fiesta para muchos alemanes. “No queremos disfrutar un Mundial así”, comentó Bernd Beyer, miembro de la iniciativa Boycott Qatar.
“Los aficionados no se identifican con esto y están diciendo que no quieren tener nada que ver con el certamen”, agregó.
Durante los pasados fines de semana, se acumularon protestas contra el torneo durante los partidos de la Bundesliga y de la Segunda División. Los hinchas desplegaron mantas con mensajes que condenaban la situación de los derechos humanos en Doha y los comentarios recientes del embajador mundialista Khalid Salman, quien equiparó la homosexualidad con un “daño mental”.
La falta de entusiasmo ha tenido también un impacto comercial. Adidas informó que la demanda de indumentaria de la Mannschaft era baja y que la camiseta más vendida hasta la fecha es la de México, considerada por algunos como uno de los diseños más vanguardistas entre las usadas por los 32 equipos del Mundial.
Las ventas de televisores, que en general suben de cara a los grandes actos deportivos, están bajando, de acuerdo con la empresa tecnológica RND. Incluso, cientos de bares en el país se niegan a poner en la tv los encuentros del certamen.
Ayer, el presidente de la federación alemana de futbol, Bernd Neuendorf, criticó a la FIFA por sus intentos de restringir las actividades políticas de los representativos en materia de derechos humanos.