La caída de un helicóptero de la Secretaría de Seguridad Pública de Aguascalientes por motivos aún imprecisos, con saldo de cinco muertos, entre ellos el propio titular de esa secretaría, Porfirio Sánchez Mendoza, muestra la persistencia de una especie de clase policiaca garcialunista en diversas estructuras del poder político, en especial en estados bajo gobiernos panistas (pero también en ámbitos morenos: mandos de FGR o la SSP de CDMX, por ejemplo).
Sánchez Mendoza ocupó cargos en la Procuraduría General de la República y en la Secretaría de Seguridad Pública, en este ámbito como parte del subgrupo de Luis Cárdenas Palomino, inserto en el equipo de Genaro García Luna, el virtual vicepresidente ejecutivo del calderonismo que ahora está preso y sujeto a juicio en Estados Unidos, bajo la acusación de haber servido a intereses de grupos criminales en México.
A pesar de los antecedentes de pertenencia a ese garcialunismo explícitamente sentado en el banquillo de los acusados, Sánchez Mendoza fue titular de la SSP hidrocálida durante el gobierno del panista Martín Orozco, hasta que fue detenido por fuerzas federales bajo acusaciones de tortura, abuso de autoridad y falsedad en declaraciones. Fue liberado este mismo año y, a pesar de las fuertes discrepancias con el antecesor Orozco, la nueva gobernadora panista, Teresa Jiménez, lo reinstaló en el cargo.
La gobernadora Jiménez, por cierto, se casó este año con Luis Alberto Villarreal, de fama nacional negativa a causa de acusaciones relacionadas con moches mientras era diputado federal, etapa en la que fue partícipe de una fiesta con edecanes (“¡ánimo, Montana!”) Además, como presidente municipal de San Miguel de Allende fue acusado de corrupción, siempre entre señalamientos oscuros. Actualmente es consejero nacional del PAN.
En otro tema: hoy empieza en un hotel de Santa Fe, en la Ciudad de México, la reunión internacional de derecha y ultraderecha denominada Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC: https://bit.ly/3gj2ElF), de la que se dio cuenta en esta columna desde el pasado día 7 (Cónclave de conservadores: https://bit.ly/3TGHCuU).
A la lista de figuras destacadas entre las decenas de expositores programados que ese día 7 se dio a conocer aquí, han de agregarse el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei; el senador republicano por Texas, Ted Cruz; la colaboradora de Fox News Sara A. Carter y los diputados franceses Jean-Lin Lacapelle y Thierry Mariani.
Más allá de las conferencias y declaraciones que produzcan en esas sesiones de viernes y sábado, pueden adelantarse cuando menos las siguientes derivaciones políticas: el Partido Republicano de Estados Unidos, en particular la vertiente adherida a Donald Trump, ensaya formas de activación y fortalecimiento de grupos y corrientes similares en México, al igual que el partido español Vox y sus organismos fachada, y el conservadurismo mexicano robustece relaciones con sus similares latinoamericanos, incluyendo a defensores de abiertos actos de genocidio.
Mención aparte merece el factor religioso presente en esta conferencia internacional, pues el principal organizador es Eduardo Verástegui, un activista del catolicismo más conservador que ha ido tejiendo una red de relaciones políticas a escala internacional, con figuras derechistas de varios países, en especial con el republicanismo trumpista del que es abierto promotor, y en México, con políticos de diversa bandería partidista, incluyendo a Morena (un ejemplo, la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila).
Verástegui ha sido mencionado por algunos de los participantes en la reunión de CPAC como posible aspirante a una candidatura presidencial “ciudadana” o “independiente” de los partidos. Habrá de verse lo que para ese intento signifique lo que acuerden los representantes internacionales de la derecha y la ultraderecha que se reúnen en la capital del país en vísperas de la conmemoración de la Revolución Mexicana. ¡Hasta el próximo lunes!
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