Al leer a Marcel Proust a 100 años de su fallecimiento “nos leemos a nosotros mismos”, afirma en entrevista Luz Aurora Pimentel, apasionada especialista de En busca del tiempo perdido. “Es un universo que nos habla del mundo y de nosotros mismos como si estuviéramos frente a un espejo”.
Su monumental obra “se tiene que leer no como novela de acción, sino que hay que acercarse como a un gigantesco poema en prosa y como a un tesoro de ensayos filosóficos, políticos, sociales y ecológicos. Es una verdadera cantera de pensamiento”.
La profesora emérita de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) considera que en Proust hay un grado de universalidad, comparable al de Shakespeare o tantos otros autores, “que nos siguen diciendo algo de las profundidades de nuestro ser a pesar del tiempo. Es como si fueran faros poderosísimos, el haz de luz que lanzan desde su origen; es decir, desde el tiempo en que vivieron y crearon, nos sigue llegando e iluminando la exploración de la interioridad”.
El 18 de noviembre de 1922 murió en París Marcel Proust, a los 51 años, víctima de neumonía. Desde la infancia padeció una frágil salud y se vio aquejado por severas crisis de asma. Su tumba está en el afamado cementerio Pére-Lachaise. A pesar de que en su juventud frecuentó las fiestas de la alta sociedad francesa, los últimos años de su vida, a partir de 1907, los pasó encerrado en su casa, dedicado por completo a escribir su obra cumbre, comprendida en siete partes. La primera, con el título Por el camino de Swann, se editó en noviembre de 1913. Fue hasta después de la muerte de Proust que se completó la publicación total de los tomos.
“Hace 100 años que se apagó una portentosa estrella: Marcel Proust. Durante tres días, su hermano Robert lo mantuvo en su lecho de muerte para que todos los que lo habían querido y admirado se despidieran de él. En esos tres días llegaron Man Ray, André Denoyer de Segonzac y Paul Helleu; hicieron fotografías, esbozos al carbón, y aguafuertes de su hermoso rostro muerto. Como a su escritor de ficción, Bergotte, a Proust lo enterraron tres días después”, apuntó en entrevista Luz Aurora Pimentel.
A lo largo de En busca del tiempo perdido el narrador vuelca su mirada hacia el interior para explorar la subjetividad humana más profunda. “Siempre tiene uno la sensación, cuando Proust tiene estas iluminaciones, por así decirlo, de lo que es el alma, las sensaciones y los sentimientos. Muchos lectores comparten esa sensación de que te está diciendo algo que ya has vivido o sentido de la misma manera, pero jamás podrías haber dicho así”.
La experta en literatura imparte desde hace unas semanas el curso Marcel Proust pervive transfigurado en sus lectores. A lo largo de siete sesiones, que se transmiten de manera gratuita en Internet, reflexiona en el centenario de su muerte sobre los títulos que conforman la gran obra del autor francés.
La serie de conferencias son organizadas por la plataforma digital Descarga Cultura UNAM para analizar el legado del escritor y ayudan a conocer a una de las plumas universales de la literatura.
La serie de videos con las conferencias giran en torno a cada tomo de la gran novela que le dio fama, aunque no fue la única que publicó. “Es una maravilla, porque podríamos decir que todo lo que escribió fueron apenas esbozos de esta monumental obra, una verdadera catedral de palabras”.
Las sesiones que imparte se transmitieron en vivo el 5, 12, 19 y 26 de octubre, así como el 9, 16 y 23 de noviembre, a las 17:30 horas, por el canal de YouTube de Cultura en Directo UNAM, donde permanecen para disfrutarlas en cualquier momento.
“Propongo probaditas de esta monumental obra”, la novela más larga que se ha escrito jamás, conformada por siete libros, pero que debe leerse como una novela total, y que contiene poco más de un millón de palabras.
“Se trata de un curso conmemorativo para recordar a Proust y, de alguna manera, invitar a los lectores a que incursionen en éste, que es un verdadero mundo lleno de poesía, que yo he llamado filosofía narrativamente encarnada. Porque no es como los filósofos que hacen un discurso sistemático: Proust es un filósofo narrativo y poético.”
Por tal razón, “sus libros siguen velando a Marcel Proust, que hoy pervive, transfigurado en sus lectores”.