En la pasada década la cifra de desplazados forzosos a escala mundial se duplicó: 89.3 millones debieron abandonar sus lugares de origen. De ellos, 41 por ciento son niños y adolescentes, alertó la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Al lanzar la Estrategia Regional de la Unesco sobre Movilidad Humana para América Latina y el Caribe 2022-25, el organismo llamó a los estados miembros a fortalecer su coordinación y elevar el gasto para la atención educativa de miles de niños migrantes y desplazados.
En videoconferencia, Claudia Uribe Salazar, directora de la Oficina Regional de Educación para America Latina y el Caribe de la Unesco, enfatizó el desafío que implica para los países latinoamericanos garantizar el derecho a la educación de niños y adolescentes, incluidos los migrantes.
Destacó que los migrantes encaran riesgos y vacíos de protección relacionados con falta de documentación, ausencia de permisos de residencia válidos, pérdida de fuentes de ingresos, inseguridad alimentaria y nutricional, falta de acceso a vivienda digna, dificultades para obtener medicamentos y recibir atención sanitaria.
Crisis humanitaria mayor en la zona
Recordó el caso de los 5.6 millones de venezolanos desplazados cuya mayoría está ubicada en naciones latinoamericanas, por lo que “es una de la mayores crisis humanitarias en la historia de la región”.
Ante estas condiciones, la Unesco planteó cuatro ejes para la atención de la migración en la zona: reforzar la respuesta educativa regional multilateral a la movilidad humana, y planificar el acceso inclusivo y equitativo a los sistemas educativos.
Propone garantizar la provisión de ambientes educativos sociales inclusivos y propicios, y dar oportunidades de aprendizaje permanente y reconocimiento de la educación previa, a fin de que se garanticen el derecho de los migrantes a una educación inclusiva y equitativa de calidad con oportunidades de aprendizaje durante toda la vida.
La Unesco destaca que en la región no sólo existe mayor desplazamiento e incremento de las tendencias migratorias por factores económicos o de inseguridad, el cambio climático y el acelerado deterioro de los entornos ambientales ya ha puesto a millones de personas en movimiento para abandonar sus lugares de origen, lo que representará, advierte, nuevos desafíos para los países de tránsito y recepción.