Madrid. Decenas de miles de personas se manifestaron por las calles de Bilbao para exigir la independencia del País Vasco y para construir así una nueva república independiente al margen del Estado español, al que tildaron de “Estado represor” y que utiliza el “terrorismo” para luchar contra las expresiones disidentes. El líder de la izquierda separatista vasca, Arnaldo Otegi, pronunció un discurso al final de la protesta, en el que reclamó la intervención pública de los sectores inmobiliario y energético, éste último dominado por la multinacional Iberdrola, que tiene su sede precisamente en el País Vasco y que siempre ha gozado del trato de favor tanto del gobierno autonómico como del nacionalismo que enarbola el conservador Partido Nacionalista Vasco (PNV).
La llamada izquierda abertzale, la que viene reivindicando desde hace décadas una secesión del Estado español para construir un nuevo orden político y social en los territorios vascos, congregó a cerca de 40 mil personas, según sus propios datos, en la ciudad de Bilbao, la capita de la ciudad autónoma y donde tiene precisamente su sede central Iberdrola.
El motivo central de la marcha era para reclamar, una vez más, la independencia, pero también sirvió para denunciar el terrorismo de Estado que se ejerció desde el gobierno español durante la década de los ochenta del siglo pasado, cuando lo presidía el socialista Felipe González. Esta reivindicación fue especialmente abrumadora, motivada en parte por unas recientes declaraciones del ex ministro del Interior durante la primera etapa del gobierno de González, José Barrionuevo, en la que habló abiertamente de la llamada “guerra sucia” contra ETA, reconoció secuestros y asesinatos, y no expresó ni el menor atisbo de arrepentimiento.
La pancarta de la cabecera de la manifestación resumía el sentir de la protesta: “La gran ola vasca. Imparable”. La inmensa columna humana recorrió el centro del Bilbao hasta confluir en la plaza del Ayuntamiento, donde se instaló un atril para escuchar los discurso de los principales líderes de la izquierda separatista, entre los que estaban el propio Otegi, la vocero del grupo parlamentario de EH-Bildu en el Congreso de los Diputados de España, la periodista Mertxe Aizpurua, además de otros destacados dirigentes regionales, como Iker Casanova, Maddalen Iriarte, Unai Urruzuno, Bakartxo Ruiz y Laura Aznal, entre otros.
Durante la marcha se escucharon gritos a favor de la independencia, de la amnistía general para todos los presos vinculados al movimiento separatista vasco, incluidos los que formaron parte de la estructura militar del grupo armado ETA. Y contaron además con el respaldo de otras formaciones nacionalistas de izquierda de otros puntos del Estado españo, como los de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), la CUP, el Bloque Nacionalista Galego (BNG), Ahora Canarias, Mes per Menorca y ER del País Valenciano.
El discurso principal lo pronunció el líder de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, quien recordó a los “presos de ETA” y a los “deportados y exiliados”, para los que reclamó su “vuelta a casa”. Además advirtió de la tendencia “estructural de un crecimiento del fascismo y del neofascismo en Europa”, al citar como ejemplo a Italia y a la propia España.
Otegi reivindicó a su fuerza política como una “alternativa” de gobierno en el País Vasco, gobernado desde hace décadas por el PNV, el partido que más ha apoyado a lo largo de la historia a la alta burguesía empresarial y a multinacionales como Iberdrola. “Somos el bloque de la esperanza de este país”, advirtió.