La creación de librerías “es una forma de compartir el gusto por la lectura en México, donde no es muy abundante”, dijo Rufino Rodríguez Garza, quien se considera “lector compulsivo” y recibirá hoy la Distinción al Librero de la edición 12 de la Feria del Libro Usado y Antiguo de Guadalajara.
El escritor explicó a La Jornada que el homenaje “fue una sorpresa porque no es de aquí, de Saltillo, donde vivo. Me da mucho gusto porque voy a estar ahí con una fiera como Eduardo Matos Moctezuma, por ejemplo, a quien le acaban de dar el Premio Princesa de Asturias”.
La feria, que se desarrolla desde ayer y hasta el 20 de noviembre en los portales del palacio municipal de Guadalajara, también homenajeará al arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, al bibliófilo Arturo Saucedo González y al “personaje de la ciudad” Antonio Orozco Michel.
“Es un honor que se hayan fijado en una modesta librería que tiene apenas 27 años. Son libros usados los que vendo, y tengo un poquito de todo, desde astronomía hasta filosofía, en un espacio de 65 metros cuadrados con más de 100 mil ejemplares. Aquí me divierto y escribo; desde aquí han salido varios de mis libros”, añadió Rodríguez Garza.
Destacó que se puede dar el lujo de escoger lo que va a comprar para su establecimiento, aunque cuando le regalan un lote de libros o una biblioteca tiene que elegir aquellos que irán al reciclado de papel, pues “hay títulos que inmediatamente se hacen viejos, como los de computación. En cambio, un libro como El Quijote, quien lo agarra lo va a entender, porque es literatura muy bien escrita y siempre trae alguna enseñanza”.
El arqueólogo aficionado recordó que “había fundado librerías para la Universidad de Coahuila; ayudé a unos amigos a fundar un local de libros nuevos y a otros, de libros usados. Siempre me ha gustado la lectura y esta es una forma de compartir este gusto”.
Refirió que alguna vez le dijo al cronista Carlos Monsiváis que “en México hay muy buenas bibliotecas privadas porque no hay buenas bibliotecas públicas. Entonces, esta es una forma de acercar el libro a la gente, porque además tiene precios bastante económicos”.
El librero, que por más de 40 años se ha dedicado a ese mundo, contó que se hizo lector debido a sus profesores de secundaria y bachillerato. “Mi recomendación es que los maestros ayuden en este tema”.
Luego trabajó para la editorial Limusa y conoció muchos establecimientos como el que ahora dirige. “Es curioso que en una ciudad como Saltillo, que tiene más de un millón de habitantes, es muy industrial y tiene 11 universidades particulares, más las públicas, no hay librerías de libros nuevos. Nosotros, los de las librerías de segunda, somos los que entramos al quite.
“Venimos a llenar un hueco porque no hay librerías, y la gente que está en las universidades y necesita algún título se va a los ebooks, a tiendas en línea, o van a Monterrey, donde hay varias.”
Refirió que se aficionó a la investigación arqueológica a partir del campismo que realizaba hace muchos años. “Empecé a encontrar amonites, que es paleontología, y flechas, lanzas y cuentas en el desierto, tiradas en el suelo, pero también pinturas y glifos. Me fui clavando en la arqueología y ahora llevo ya 27 años escribiendo un artículo cada 15 días sobre estos temas.
“Eso me ha permitido ir a congresos en Estados Unidos, de prehistoria, a Cuba y a varias partes de la República Mexicana, adonde he llevado trabajos con el tema de la arqueología local, del desierto. Eso me ha motivado y gracias a eso tengo ocho o nueve libros, de los cuales seis están publicados.”