Desde la 4T debemos al pueblo de México una propuesta económica alternativa, distinta a la que se fortaleció durante los años del neoliberalismo; esa ha demostrado su fracaso en el mundo entero, aquí en nuestro país, fue derrotada por el pueblo en 2018, en forma pacífica, en un intachable proceso democrático. Con esa derrota terminó la complicidad entre malos funcionarios y grandes especuladores para otorgar desde los altos cargos de gobierno contratos leoninos sin justificación alguna.
Lo logrado hasta ahora ha sido positivo, sin violencia ni actos autoritarios, sin desplantes espectaculares. En cumplimiento de la Constitución se ha permitido que la empresa privada conviva con las empresas públicas y pueda actuar en libertad, invertir, competir, repartir utilidades a sus accionistas, pero también se les cobran los impuestos correspondientes y están obligadas al reparto de utilidades a sus trabajadores.
Las empresas públicas también se han fortalecido con legislación adecuada y con una administración honrada, sin complicidades con líderes sindicales corruptos o con los grandes especuladores.
De lo que ahora se trata es de que el tercer sector de la economía, el sector social, reciba el impulso que en justicia y equidad le corresponde, como lo han recibido los otros sectores. Pemex, Comisión Federal de Electricidad, la banca de desarrollo crecen al no ser botín de bandas de delincuentes y el sector privado, incluido el extranjero, ha encontrado espacios para invertir, y estabilidad; la única condición es que cumplan las leyes y paguen impuestos.
Forman parte del sector social las sociedades cooperativas, que no son una novedad en México, pero que han sido descuidadas; si se les permite trabajar con libertad y dentro de la ley dan buenos resultados, conviven con el mercado, usan tecnología de punta y contribuyen a una mejor distribución de la riqueza.
Su historia hay que rescatarla. Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940) fueron impulsadas por una legislación adecuada y financiamiento social; se promovieron entonces cooperativas pesqueras, cementeras, de transportes y otras que gobiernos posteriores no sólo abandonaron, sino que combatieron.
Desde la Iglesia católica, oficialmente, se impulsó un movimiento encabezado por el sacerdote y sociólogo Pedro Velázquez, quien fundó infinidad de cooperativas de producción entre carpinteros, talabarteros, zapateros y otros artesanos, pero la obra principal, fueron las cajas populares.
Las cajas son una banca popular alternativa que fomenta el ahorro y otorga créditos accesibles a sus socios y a otras personas; en México llegaron existir en el siglo XX, cerca de 500 cajas de ahorro de este tipo y afiliados más de dos millones y medio de socios; se trataba de un sector productivo, que normalmente no era atendido por la banca comercial. Sin embargo, durante los años de apogeo del neoliberalismo, con diversos pretextos, esta banca alternativa que en otros países del mundo ha sido muy exitosa, fue combatida y prácticamente extinguida.
Otra veta inesperada, que no surge ni de desde la Iglesia ni desde el gobierno, apareció entre los años de 1983 y 1984 a impulso de un sindicato combativo, que pudo liberarse del tutelaje oficialista y se manejaba con honradez. Me refiero al sindicato de la productora de refrescos Pascual que, habiendo sido muy exitosa, se negaba a compartir sus ganancias con sus trabajadores. Éstos exigieron el reparto de utilidades al que tenían derecho por ley y aumentos salariales que les fueron negados. Tuvieron por ello que ir a la huelga.
La respuesta de la empresa fue represión violenta con obreros muertos y heridos; pero también se pudieron observar dos hechos que señalan rumbo en este campo de la economía social; el pueblo fue solidario con los obreros que para mantener a sus familias y al movimiento, tenían que botear por las calles para pedir apoyo. Respondió también el Partido Mexicano de los Trabajadores y principalmente uno de sus líderes, Demetrio Vallejo.
Con éste ganaron el juicio a la empresa y se adjudicaron los bienes de la misma, pero, en vez de malbaratar esos bienes, se constituyeron en sociedad cooperativa y continuaron trabajando como lo hacen hasta la fecha, con gran éxito, a pesar de que tienen que competir con las trasnacionales del ramo.
El éxito de la Cooperativa Pascual es un modelo para quienes desde el gobierno dirigen la economía del país y tienen la carga de cumplir con la obligación constitucional de apoyar al sector social.
Dos datos más al respecto: en la LXII Legislatura, la Comisión de Economía Social de la Cámara de Diputados, encabezada por la diputada Alliet Bautista Bravo, logró preservar, a pesar de que se impulsaban las llamadas reformas estructurales, el régimen jurídico y fiscal de las cooperativas. También hay que leer el libro Los patos y otras batallas (1999), del escritor Rosalío Hernández.