Glenwood City. Dale Wiehoff es testigo del cambio dramático en esta zona rural de Wisconsin, un estado clave en el mapa electoral nacional de Estados Unidos. Cuando él y su esposa compraron su granja en 1975, se convirtieron en dueños de una de siete granjas lecheras en esta región, pero cuando regresaron a vivir de manera permanente hace seis años sólo quedaba una, las demás habían fracasado.
“Cuando estaba trabajando la granja en los 70, todos mis vecinos eran lecheros”, comenta Wiehoff en entrevista en su granja. “Cuando regresé, tal vez dos seguían traba-jando y uno de esos pronto vendió su granja, todos los demás dejaron sus tierras y se dedicaron a ser choferes de camiones o encontraron empleo en un Walmart”. Esta crisis es lo que motiva a Wiehoff a dedicarse a que Mandela Barnes sea el próximo senador federal de Wisconsin.
Barnes, un afroestadunidense cuya madre lo nombró en honor del famoso líder sudafricano, ha retado el control ejercido por la agroindustria sobre los pequeños productores y empleado el modelo de Bernie Sanders para su campaña. Wiehoff ha sido anfitrión de actos para recaudar fondos para Barnes en su casa y, recientemente, estaba trabajando como voluntario en la sede local del Partido Demócrata en Menomonie, Wisconsin. Entre pláticas con visitantes sobre técnicas lecheras, Wiehoff explicó que las luchas políticas rurales en Estados Unidos están al centro de la disputa política nacional.
A primera vista, esta campaña debería ser fácil. El contrincante de Barnes, el ahora senador federal Ron Johnson, ha sido caracterizado por el Milwaukee Journal Sentinel como un “engañador electoral, un fabulista de ciencias, un benefactor de multimillonarios”. Johnson, quien reconoció que intentó subvertir la elección presidencial de Joe Biden, declara que el cambio climático es “mierda”, se opone al derecho al aborto y votó contra el proyecto de ley para granjeros, piedra angular del apoyo para este sector en el país.
Una gira de cuatro días por el estado de Wisconsin sugiere que el joven afroestadunidense que desea derrotar a Johnson tiene mucho que hacer para lograrlo. Mandela Barnes goza de amplio apoyo en las ciudades y en centros universitarios del estado, la mayoría de los periódicos lo han avalado, y su propaganda está en las calles de Milwaukee y Madison.
Pero en el noreste rural del estado, ocho de cada 10 iglesias tenían propaganda contra el aborto en una señal no tan sutil de apoyo al republicano antiaborto Johnson. “Mucha gente en el estado percibe al senador Johnson como una persona increíblemente apasionada y gentil por la manera en que respeta la dignidad y las ideas de personas que cuestionan la veracidad del covid-19 y si las vacunas son efectivas”, comentó una mujer entrevistada por La Jornada en la calle y quien pidió que su nombre no fuera usado. Johnson ha sugerido que las vacunas son peligrosas e incluso que podrían causar la hospitalización.
En la parte occidental del estado, en las calles de varios pequeños pueblos hay comercios cerrados con anuncios de venta. Aquí en Glenwood City, Wiehoff señala que el pueblo recientemente decidió sustituir sus calles pavimentadas con arena porque ya no podían pagar la reparación del pavimento. Johnson es opositor al gasto público y favorece reducciones de impuestos, lo cual, según investigaciones, beneficia a sus simpatizantes más ricos.
Pero la retórica antigobierno de Johnson –recientemente se pronunció por privatizar el programa de pensiones federal conocido como Seguro Social– y su respaldo al libre comercio le ha ganado la simpatía de algunos sectores rurales. “El senador Johnson ha sido un firme promotor de la agricultura de Wisconsin”, afirma el Wisconsin Farm Bureau, organización que dice tener 47 mil miembros. Cita su aval al Acuerdo de Libre Comercio con México y Canadá y la protección de la industria del queso –Wisconsin dice ser el productor más grande de queso en el mundo– como pruebas de ese apoyo.
La poderosa Cargill
Wiehoff subraya que los granjeros están desilusionados con ambos partidos políticos nacionales. “Los demócratas y los republicanos prometieron abordar la crisis de las granjas familiares hace 30 años, y no hicieron nada. El ingreso de la pequeña producción de granjeros es inestable y los granjeros no tienen ningún control sobre el costo de los insumos –semillas, fertilizantes y combustible– y el mercado en que se vende el producto está monopolizado”. Agrega que tres empresas de granos controlan la mayoría del comercio global, Cargill es la más grande. Mientras Washington impone sanciones sobre Rusia por la guerra en Ucrania y castiga a otros países que comercian con Rusia, Cargill, cuya sede está en Wisconsin, aún mantiene unos 3 mil empleados en aquel país.
“En Washington hablan de los granos rusos, la soya brasileña, el maíz estadunidense, pero en los hechos es todo Cargill –Cargill Rusia, Cargill Brasil, Cargill Estados Unidos. Y Cargill es dueño de los puertos, los buques, el transporte”, afirma Wiehoff. Así, cuenta, los granjeros no tienen de otra que comprar sus insumos a Cargill y después vender su producción a Cargill o a unas cuantas otras megaempresas agrarias.
Entonces, ¿por qué estos graneros apoyan a Johnson y a Donald Trump? “Trump otorgó casi 48 mil millones de dólares en ayuda financiera a granjeros impactados por el libre comercio y aranceles”, responde Wiehoff. “Cuando sientes que nadie te está apoyando, apoyas al amigo que por lo menos reconoce tu dolor”.
Sin embargo, Wiehoff ve posibilidades para un cambio. Granjeros están empezando a hablar sobre la salud de las tierras, reducir el control de los monopolios empresariales, y la diversificación del cultivo de alimentos en Estados Unidos. “La gente está empezando a ver la necesidad de revaluar la manera en que cultivamos alimentos en este país”, subraya.
En la sede local del Partido Demócrata en Menomonie, una mujer mayor entra y conversa con Wiehoff de técnicas lácteas, intercambian historias sobre vacas premiadas en las ferias del condado. La mujer cuenta cómo la agroindustria llevó a la bancarrota a la granja de su padre, y finalmente a su muerte. “Necesitamos que gane Mandela Barnes”, declaró después de solicitar más propaganda del retador para colocarla frente a su casa. También indicó que la retórica antimigrante del senador Johnson estaba dañando a la comunidad. “Necesitamos a los inmigrantes para trabajar, para contribuir a nuestro Seguro Social, eso es lo que financia mis cheques del Seguro Social que recibo ahora”.
Para Wiehoff, esa mujer es parte del cambio en las zonas rurales de su estado que podrían resultar en un triunfo de Mandela Barnes. Se sabrá si ese cambio ya llegó en la elección intermedia del próximo martes, 8 de noviembre.