Ciudad de México. Un recorrido por la larga trayectoria de Francisco Toledo como grabador abrió ayer sus puertas en el Museo Nacional de la Estampa (Munae). La postura estética, las acciones culturales, las luchas sociales y la visión política aparecen retratadas como parte de la vida del artista oaxaqueño en la exposición Cada quien con su Toledo: Obra gráfica, 1960-2018.
Emilio Payán, director del museo, expresó que “fue como un chamán, como un mago que todo convertía en arte: una semilla, un puñado de tierra, un mecate, un trozo de madera, el papel y la tela, la naturaleza, hasta el aire con sus papalotes; el amor, la amistad, la lucha por la igualdad, el derecho a la educación y a la cultura”. Además del legado que dejó como artista, fue un hacedor de instituciones y sembrador de esperanza.
Gracias a 185 grabados es posible conocer de manera cronológica las creaciones que definieron su estilo, basado en las imágenes oníricas de su infancia y en las tradiciones artísticas indígenas. Se trata del mayor cuerpo expositivo reunido hasta ahora y que hoy convierte a Toledo, fallecido el 5 de septiembre de 2019, en una presencia viva a través de su gráfica.
Camarones con tacones, elefantes celebrando el triunfo de Juárez, estampas bizantinas, un pez de maestría con Rufino Tamayo, monos, conejos, chapulines, pulpos, caracoles, perros eróticos… todos son Toledo con sus seres míticos y fantásticos que creó en una experimentación de las distintas técnicas.
La juventud, una de sus preocupaciones
Sara López Ellitsgaard, hija del maestro Toledo y presidenta de la Asociación de Amigos del IAGO, apuntó en la ceremonia de apertura que una de las acciones que caracterizaron al pintor y promotor cultural fue “acercar a los jóvenes a las artes, creando nuevas oportunidades de desarrollo y fundando instituciones que permitían a todos acercarse a la lectura, la música, la fotografía, el cine y la gráfica”.
Destacó que se abre la oportunidad de observar acervos que difícilmente volverán a encontrarse, pero sobre todo, acercarse a alguien que creía fielmente en que el arte es para todos.
Enalteció la técnica
En la inauguración, Alejandra Frausto, secretaria de Cultura federal, afirmó que Toledo hizo que la gráfica fuera una de las artes más valoradas, pues para algunos es un arte menor, él demostró una potencia extraordinaria. Los niños de los semilleros donde se aprenden técnicas de la estampa serán llevados a visitar esta exposición. “Cada quien tiene un Toledo en el corazón”, celebró.
Por su parte, Lucina Jiménez, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, aseguró que el corazón se desdobla para que quepa la emoción de encontrar una obra con tanta profundidad, sentido e historia. Aunque transitó por tantas expresiones artísticas, siempre volvió a sus orígenes, pues empezó su formación en el grabado y rápido caminó mundo.
La curadora Ana Carolina Abad detalló un día antes, en una visita para prensa, que “es un recorrido cronológicamente dividido en tres núcleos, donde la creación gráfica de Toledo está contextualizada dentro de sus acciones sociales. Toledo no sólo fue un artista, sino un luchador social y creador de instituciones, aunque explícitamente eso no se ve reflejado en la obra”.
La museografía se encuentra dividida en los apartados De Juchitán para el mundo, Toledo: Forjador de instituciones y Monos, fábulas y sismos (2001-2018); la obra refleja cómo el artista creó su estilo creativo y su forma de trabajo, y eso lo retomó en distintos momentos de su trayectoria.
Los grabados en distintas técnicas provienen del acervo del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, de la Fundación de Amigos del IAGO, así como obras que están al resguardo del Museo de Arte Moderno y del Munae. El trabajo de curaduría fue un reto por la calidad del universo de la obra.
“Es un artista muy particular que no necesariamente siguió las corrientes del arte mexicano de manera tajante. Uno de sus grandes aportes son estas sublimaciones de la tradición mexicana del grabado con la vanguardia que se estaba desarrollando en Europa a mediados del siglo XX y la exploración de diversas temáticas”, indicó la curadora, quien para la exhibición revisó más de 500 grabados.
La muestra incluye series poco conocidas como Bizancio, que realizó Toledo en 2000. Se trata de 16 estampas a partir de postales y fotografías de los mosaicos de las iglesias bizantinas en Ravena, Italia. En ellas, el artista, con la misma irreverencia con la que en 1981 alteró placas de imágenes religiosas para la carpeta Nuevo catecismo para indios remisos, intervino las imágenes para agregar elementos humorísticos.
Cada quien su Toledo: Obra gráfica, 1960-2018, permanecerá en el Munae (avenida Hidalgo 39, Centro Histórico) hasta el 23 de febrero de 2023.